Mar de plata…
con olas de misterio,
decorando las alturas
de música y de ensueño,
en la oscuridad celeste,
lejos del dolor y el miedo,
allí titilan alegres
iluminando el sendero.
Pequeñas en apariencia,
partículas de universo,
dicen que tenéis luz propia,
dicen que alumbráis los cielos,
que a veces pasáis fugaces
inspirando los deseos
de unos pocos mortales
que le miran con anhelo.
En esta noche de nubes
hechas en blancor extremo,
asemejan telarañas,
redes tejiendo reflejos,
ecos de ondas de agua
que se expanden en el viento,
remolinos de luz cósmica,
luciérnagas en silencio.
El espacio cobra vida
al llevarlas en su seno,
son flores luminiscentes/
del paraíso luceros,
son causantes de hacer magia
al mirarse en el espejo
de pupilas terrenales,
en ojos del alma verso.
Estrellas sois vigilantes
de cada noche sois eso,
ángeles que hacen de guarda,
que cuidan todo en su centro,
pedacitos de mi Dios
esparcidas por el cielo,
para impartir esperanzas
a este mundo en que perdemos…
las fuerzas, la fe y la calma,
la virtud, los sentimientos.
Son señales del creador,
inalcanzables al ego
de unos tontos humanos
que creen que fueron ellos
creados por un ‘big ban’,
por una expansión del tiempo,
por marcianos o alienígenos,
por la ignorancia de ellos.
Ustedes llevan la marca,
el sello que hace perfecta
la hermosa creación
que se adorna en su presencia.
Cuanta no daría yo…
por acercarme a sus cuerpos,
y brincar de una en una
para así no estar muy lejos,
de aquel que ha hecho posible
este majestuoso encuentro,
aquel que les da la vida
y en otras quita su fuego…
para que el lugar que ocupan
se llene con otro cuerpo.
Amigas de mis tristezas,
de mis alegres momentos,
¡Porque es que a veces se esconden
en el amplio firmamento!
¡O se escapan en las lagrimas
de mis ojitos ingenuos!
Sin poderlas retener,
sin que iluminen mi techo.
Cuantas cosas no diría
de ustedes mis retoñuelos,
mis algodones de tul,
azucenas de mis sueños…
pero es la noche fugaz,
no me dura mucho tiempo,
aunque tengo una esperanza,
esa no muere, es cierto…
que algún día volaré
a ustedes con éste aliento,
con éste soplo de vida,
con el alma entre los dedos,
y sé que iluminaremos,
que inspiraremos deseos,
que ya no habrá más tinieblas
que opaquen nuestros momentos,
pues allí tendremos paz…
en las mansiones del cielo.
- Autor: Aneudis Pérez (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 23 de enero de 2011 a las 00:01
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 7
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