Carta a un amor.

¿Sabes qué es lo que pasa amor? Que tu recuerdo se quedó impregnado en el cálido aroma de mi piel, tus letras marcaron mi camino, la poesía encontró, en ti, el regreso a la casa bendita. Sin dejar de pensar en tu nombre, intento caminar en el rumbo, recortar cada margarita que a mi paso me encuentro y guardarla en un cofre de mármol hasta tu regreso.

El pasto sereno retumba mi pasar, la tierra efímera sobre el prado, me hace entristecer por no tenerte, aquí a mi lado. Mi corazón canta el dolor que tanto sufrimiento, mis errores, nos han hecho pasar. Y saludo a tu recuerdo desde mi ventana.

El bronceado de luna que sobre tu piel marca, es la exquisita sensación del amor utópico que existía. Palabras que intentan ocultarte, decirte sin preguntar, plasmar sin contarte, que son tus brazos los que me dejaron manca desde tu partida, fue tu mirada la que me ha cegado desde tu muerte, fue tu voz que enmudeció mi interior.

Extraña sensación de tenerte ausente en mi corazón, mancha que pretende olvidar lo pasado y resurgir en el futuro. ¿Es que acaso aún no comprendes? Extrañar no es simple cuando mi oxígeno no ilumina los pulmones, el sol no calienta el espíritu de mi caminata, los árboles no dan sombra a quien vive como soldado en pavimento mojado.

Y te vas a buscar un camino, a decidir el destino. Te robaste la musa de la poesía en tu muñeca, secuestraste la inspiración en tu dolor. Tu espalda me dice que te marchas, algo que no puedo aceptar.

Dime, amor, si aún estamos en el tiempo conjugado del amor o es que ya terminamos la plana y la hoja pasó al pasado del olvido sin unión. Quiero saberte feliz y contento, realizado. Nadar en tu aroma de poeta, enamorar mis letras con las tuyas. Hacer eco de tus alegrías y robar tus lágrimas sustituyéndolas con margaritas.

Una rosa blanca para tu serenidad, una más roja para tu andar. Jazmines y aretes para adornar tus esperanzas y girasoles para alumbrar lo más recóndito de tu interior.

Por siempre tú,
Por siempre yo,
Por siempre los dos.