Nieve
Nevaba, había nevado brevemente.
En mis manos figuraban cristales
diversos, insinuaciones de estrellas,
algunas formas audaces. Tenía mis
manos colmadas de aquella naturaleza
glacial, veía los diminutos diamantes
incrustados en mis parcas manos.
El cielo es blanco, los árboles como
riscos del Himalaya, nevados, coronados
del estupor de la blancura. Los cisnes
y su alba blancura celebran el milagro
del cielo, pues nieva, caen cristales
de hielo; se precipita el ensueño sobre
la testuz de los labriegos, sobre las
cruces de los cementerios. Ya no veo
el azul que cubría el cielo, sólo albor
salino, caprichos hexagonales. Copos
de nieve que pillan los resplandores
de la luz. Recuerdo lo que, con voz
queda, te había dicho: “algún día
alcanzaré las estrellas y ¡habrá tanta
luz! todas las estrellas para ti”
Porque yo amo la luz y cuanto a ella
refleja, adoro lo preclaros elementos
vestidos de esplendores. Al interior
de la nieve, niña mía, hay espejos
que consumen la luz y la atavían de
galantes prendas donde destellan las
perlas del infinito universo. Manojos
de blancura vierten esencias bautismales;
la resurrección, el temblor. Descienden
los ángeles como aves matutinas. La
abertura celestial: cae nieve, nieve.
Es esta la penitencia a la que someto
la carne de mi corazón. Bajo esta luz
cristalina y fría se iluminan mis cabellos,
tiembla dulcificada mi alma y mis ojos
perlan las más conmovidas lágrimas.
Mi cabeza erguida, comprimidos todos
mis sentidos invernales y veo la nieve,
el aluvión épico de páginas blancas.
Y la porción de rubíes blanquecinos
que custodiaban mis manos, rápido
se ha evaporado, va hacia la altura
y ahora la blancura está en plena
ascensión. Niña mía, ve mis ojos
y percibe en ellos el cuadro de la nieve
cayendo. Detente, mira mis manos y ve
en ellas los cristales polares huyendo.
Posa tus dedos en mi pecho y si frío está,
es la nieve en el corazón. Dulce mía,
sólo dime que me quieres para subir
como la nieve hacia la eternidad.
Por: Jonathan Rojas
- Autor: Jonathan Rojas ( Offline)
- Publicado: 1 de marzo de 2011 a las 18:58
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 128
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