Cuando pienso que yo era proscrito vagabundo
sin sentido en mi vida, me sentía desfallecer,
ahí tirado a la vera, con dolor, gemebundo.
Y una mano callosa pero suave y amiga
se posó sobre mi alma angustiada y perdida
y noté sorprendido fuerzas mil renacer.
Desde entonces no tengo imposibles pesares
pues la mano callosa me sustenta doquier,
nuevas fuerzas me ayudan a vencer tempestades.
Oh recuerdo esa mano y doy gracias por ella
aunque áspera y ruda, para mi era una estrella
que alumbró mi sendero y dio vida a mi ser.
Fue la mano de Cristo, mano ruda y callosa
qu sembró con ternura en mi ser, fe y amor,
perfumó mi existencia con perfume de rosas.
Mano herida en el centro por los clavos que un día
horadaron su carne mientras sangre vertía
por mis culpas inmensas, Oh Jesús Redentor.
R. Gruger / 24/7/67
- Autor: R. Gruger (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 2 de marzo de 2011 a las 10:11
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 183
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