Enfermo y dolido
queriendo ahogar mis penas,
con rápido paso, y lento latido,
hice circular licor por mis venas;
porque el amor que tanto he querido,
ha su silencio y desprecio me condena.
En cada vaso de licor
que a mi boca llevaba,
se agrandaba mi dolor,
al ver, que rápidamente me olvidaba;
sin importarle para nada mi amor,
para siempre me despreciaba.
Al ver que me ahogaba en llanto
se acerco una hermosa cantinera,
me dijo: “amigo no sufra tanto…”
que aunque esta sea su vez primera,
tendrá que terminar su quebranto;
y volver a florecer la primavera.
Me dijo: “ yo también he sufrido”
-solo por haber amado,
a quien nunca me ha querido-,
pero con el tiempo he olvidado
y aquel recuerdo vivido,
en el olvido le he enterrado.
Le conté mi sufrimiento,
mientras bebíamos algunas copas;
y sin darme cuenta, en un momento,
de ansias, se había vuelto loca;
haciéndome sentir contento,
con su boca, besando mi boca.
En la embriaguez del vino
no era a ella quien amaba,
tan solo la puso el destino
para que pronto olvidara;
la ingrata de ojos cristalinos
que a la perdición me llevaba.
En cada beso que me daba,
-de la mujer que amaba-, sus labios sentía…,
mientras ella también recordaba,
a un hombre que tanto quería;
“nuestros cuerpos sus deseos saciaban,
y nuestra mente, la silueta de otro tenía”.
No teniendo más que hacer,
comenzamos una falsa aventura;
llenándonos de placer,
por una esperanza futura;
de que la persona, que llegamos a querer,
la encontráramos, en nuestra incesante locura.
Poco a poco fuimos olvidando
en nuestro ratos de pasiones,
a quienes estábamos amando
muy dentro, de nuestro corazones...,
y por entero nos fuimos entregando
uno a otro en bellas ilusiones.
Y así comenzó la historia,
de un verdadero amor;
que esta presente, en mi memoria;
porque apago de mi vida el dolor;
y esta historia muy notoria,
comenzó, ¡en un vaso de licor!.
Hoy, amo la cantinera,
la que preguntó porque lloraba,
la que hizo florecer la primavera
cada vez que mi boca besaba…,
la que desde la vez primera,
en sus fantasías, por completo se entregaba.
En la algarabía,
y el bullicio de la gente bebiendo,
siento una rara alegría…,
al saber que estoy queriendo;
a una mujer que fue mía,
en una noche, de dolor, que estuve bebiendo.
- Autor: David Goya ( Offline)
- Publicado: 2 de marzo de 2011 a las 10:24
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 1968
Comentarios1
Una historia que no pierde su desarrollo y te lleva a imaginar esa situación...sin duda un gran poema.
Felicitaciones
Saludos
Pame.
gracias mi querida amiga por dedicar un poquito de tu tiempo a mis poemas
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