Una mañana te esperaba,
apareciste de pronto luminosa,
el alma se me abrió como rosa,
bajo el límpido fulgor de tu mirada.
Y desde aquella mañana despejada
todo lo blanco en mi ser florece;
porque fuiste tu la alborada,
de este cariño, que en la sombra crece.
Y desde aquella hora florida,
en que cruzamos nuestra mirada;
tu sonrisa quedo grabada,
en lo más sensitivo de mi vida.
Todo mi corazón es poca cosa,
en el ya no cabe todo mi amor;
por eso te pido ¡con dulce fervor!...
que me des un pedazo de tu alma maravillosa.
Oye el rumor de mi alma que se queja…
no olvides que si estamos en otoño,
no debemos tronchar el retoño
que tierno brota del alma vieja.
- Autor: David Goya ( Offline)
- Publicado: 12 de marzo de 2011 a las 14:58
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 81
- Usuarios favoritos de este poema: Manuel Palacios
Comentarios2
Bellos versos David, muy finos y bellamente tejidos.
besos.
GRACIAS NEGRITA TU COMO SIEMPRE ATENTA A MIS VERSOS
BUENO DISCULPAME LO DE TU PERO YO LA SIENTO MI AMIGA Y POR ESO DEJE EL FORMALISMO A UN LADO
ABRAZOS EN LA DISTANCIA
no David a si esta mejor, mas confianza
Es una poesia con el dominio de las rimas y una excelete armonia, que expresa todo el sentir del poeta. Te felicito. Manuel Palacios.
GRACIAS AMIGO POR TU COMENTARIO ALENTADOR YA QUE DA MAS ANIMO PARA SEGUIR PUBLICANDO
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