Ayer, en el Hospital Charing Cross de Londres, se produjo el deceso de Alan Sillitoe, un afamado escritor británico que, durante la década del 50, formó parte del movimiento literario de Gran Bretaña conocido como «Jóvenes Iracundos», el cual se caracterizaba por hallar inspiración literaria en la clase trabajadora.
Este hombre que, a lo largo de su trayectoria, publicó títulos como «Sábado por la noche y domingo por la mañana», «La soledad del corredor de fondo», «La hija del trapero», «El árbol en llamas» y «La puerta abierta» había nacido el 4 de marzo de 1928 en el seno de una familia de clase obrera de la ciudad de Nottingham.
Tras abandonar la escuela con sólo catorce años de edad, el escritor se unió a la Royal Air Force y fue enviado a Malasia, donde contrajo tuberculosis, una enfermedad que lo obligó a permanecer varios meses hospitalizado. Por ese entonces, Sillitoe se aficionó a la lectura y, desde ese momento, comenzó a elaborar y a publicar textos enmarcados en el género de la novela, así como desarrolló también libros de poesía, propuestas infantiles y guiones para obras teatrales.
En una oportunidad, el también creador de «Desprendimiento del amor» aseguró que, de no haberse dedicado al mundo de las letras, probablemente hubiera sido delincuente. «Si la humanidad es, o no, más afortunada por haberme convertido yo en escritor no es algo que me corresponda a mí decir, pero haber contemplado la alternativa a mi alrededor durante mi infancia y juventud me ayudó a entender el funcionamiento de la mente del pícaro», había expresado Sillitoe según citan desde Público.es.
Junto a la poeta Ruth Fainlight, Alan tuvo dos hijos, Susan y David. Este último, tras confirmar el fallecimiento de su padre, manifestó ante la prensa su deseo de que su progenitor sea recordado como un hombre que contribuyó a enaltecer la literatura de su país.
Links relacionados:
https://algundiaenalgunaparte.wordpress.com/2010/04/26/in-memoriam-alan-sillitoe/
https://thekankel.blogspot.com/2010/04/alan-sillitoe-1928-2010.html
Comentarios1
Lamentable pérdida para el mundo de las letras, ojalá sus hijos sigan la herencia de vocación de sus padre.
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