Ayer se cumplieron setenta y cinco años del fallecimiento de César Vallejo, uno de los poetas peruanos y latinoamericanos más reconocidos en el mundo. La ocasión resultó perfecta para presentar, de manera oficial, la remodelación de su casa natal para convertirla en un museo.
Las obras de refacción, que se habían iniciado en abril del año pasado, exigieron una inversión de un millón de nuevos soles (unos 376.000 dólares). Los trabajos fueron financiados por el municipio de Santiago de Chuco y contaron con la participación de arquitectos y otros profesionales especializados en la conservación del patrimonio.
Gracias a los esfuerzos de los expertos, el edificio donde nació Vallejo pudo recuperar su esplendor sin que se alteren varios de sus componentes originales, como las puertas, las columnas, los pisos, el tejado y hasta el patio, según informa RPP Noticias. La intención de las autoridades de Santiago de Chuco es que la localidad se convierta en la capital nacional de la poesía. En ese sentido, el alcalde Juan Gabriel Alipio declaró a Vallejo como Hijo Ilustre de la provincia.
El ministro de Agricultura del Perú, Luis Ginocchio, participó del acto de inauguración y expresó su satisfacción con las tareas desarrolladas en la casa de Vallejo, a quien calificó como una «mente brillante» en declaraciones recogidas por Perú 21.
Cabe resaltar que los amantes de la poesía que visiten Santiago de Chuco también tendrán la posibilidad de apreciar, en el cementerio local, una réplica de la tumba de Vallejo, cuyos restos reposan en la necrópolis de Montparnasse, en París.
Todo está dado, en definitiva, para que los admiradores del creador de «Trilce», «Fabla salvaje» y «Paco Yunque» puedan visitar Santiago de Chuco y conocer de cerca al escritor que falleció el 15 de abril de 1938 en la capital francesa.
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Comentarios1
Pobre Cesar Vallejo, otro poeta asesinado por el olvido. Jamás se había oído el menor roce de los comentarios. No hay nada eterno, ni la imagen pintada, ni la palabra escrita; por eso los hijos del siglo XXI se sienten perdidos y esperan que la Coca Cola asuma el mando político. Indiferencia entronizada en la modernidad tecnológica. El amor del consumidor moderno hacia lo exótico y el temor de que su esqueleto se desintegre como leña devorada por la polilla, impide una lectura pertinente; las luces artificiales han de arrastrarlos en el obscurantismo cibernético. Ya sé que cuerpo adentro son silicona y que en lugar de un cerebro tienen un chip. Se fueron los versos de Vallejo. Se fue lo apacible. Ahora sólo hay versos balbucientes para adolescentes con parpadeantes blackberries. Culturas en colapso, como las de los nazis. Regreso a los años treinta y a los Gunter Grass piloteando tanquetas alemanas de acero inoxidable para comprobar que los judíos eran mortales.
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