¿Qué harían ustedes si un comerciante les permite llevar un libro a elección sin imponerles un precio ni obligaciones? ¿Aprovecharían la oportunidad para traicionar al que actúa de buena fe o regresarían a pagar lo que corresponde? Si se consideran decentes, desean vivir la experiencia de valorar la palabra y se encuentran cerca de la ciudad argentina de La Plata, tal vez después de leer esta nota quieran acercarse hasta la Feria de Artesanos de Plaza Italia, donde es posible descubrir a un hombre que se dedica a confiar en el otro.
El personaje que llama la atención por apostar a la honestidad social es Oscar «Zamba» Gallichio, un hombre que todos los fines de semana invita a quienes recorren la feria a «tocar» los libros que él pone a disposición de los consumidores.
Aunque él pretende estimular el contacto entre la gente y los materiales literarios, son pocos los que se animan a aceptar su regla de juego desde el principio. Desde su punto de vista, que la mayoría de las personas se limite a mirar cuando tiene frente a sus ojos un cartel que reza «se ruega tocar» es una muestra indiscutible de que la sociedad «está acostumbrada a las prohibiciones», tal como reproducen desde el diario «El Día».
Además de proponer una cuota de interacción entre los lectores y las obras, Gallichio desarrolla su emprendimiento comercial con una filosofía atípica que implica riesgos económicos, pero que le tranquiliza el espíritu y lo reconforta cuando llegan los resultados positivos. Su sistema de ventas gira en torno a la «Hippie Card», un elemento que no existe físicamente pero que contribuye a generar un compromiso: Zamba deja que el cliente se lleve el libro que él desee, pero éste tiene que prometer que, en algún momento, regresará a abonar por la obra el precio que crea conveniente.
Según cuenta este atípico personaje de Buenos Aires, en su negocio el único requisito es asumir la responsabilidad de no traicionar «el espíritu libertario de la feria» y, para sorpresa de muchos, son varios los aficionados a la lectura que vuelven a encontrarse con Gallichio para cumplir con su palabra de pagar por aquello que, alguna vez, se apropiaron sin necesidad de pagar con dinero.
Sin dudas, personas como Oscar Gallichio no abundan en este mundo, pero qué distinto sería todo si los seres humanos volviésemos a valorizar la palabra, ¿no?
Links relacionados:
https://unavalerianaporfavor.blogspot.com/2009/12/oscar-gallichio-y-la-tarjeta.html
https://agencianan.blogspot.com/2009/12/oscar-gallichio-y-la-tarjeta.html
Comentarios3
Excelente idea la de Gallichio. Nobleza obliga y seguramente su generosidad se verá doblemente recompensada. Mis felicitaciones.
Pruden
Buenas intenciones las de Gallichio, difíciles de cumplir por quienes están habituados a "la viveza criolla" y a embaucar decididamente al prójimo. Pero como quien hojea un libro es seguramente un amante de las letras, confiemos (y confía el comerciante) que será una persona, no digo de nobles sentimientos, pero sí que algo de bueno habrá en sus interiores.
Abrazos.
Ruben.
Obviamente este autor ya es un sabio, miren no más la pericia de estimular a sus lectores, promover sus ventas y contrbuir efectfivamente con la recuperación de valores, nada más valioso que la seria y responsable actitud de los que visitan su feria. Ojalá tenga largos años y muchos más éxitos, su palabra vale oro, logrará influir en los demás? Dios lo quiera!!!!
Buenísima información. Gracias.
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