Los amores no correspondidos, las tragedias románticas y las relaciones prohibidas existen tanto en la vida real como en el plano ficcional. Por ese motivo, a veces es complicado distinguir cuándo un escritor narra una experiencia personal y cuándo, una historia ajena.
En el caso del autor británico Graham Greene, por ejemplo, fueron necesarios muchos años para comprobar que su esposa Vivien, con quien se casó en 1927 y tuvo dos hijos, no fue la única que lo enamoró. Según se desprende de unos poemas inéditos, el gran amor de su vida fue Catherine, una dama perteneciente a la alta sociedad que estaba casada con Harry Walston, uno de los hombres más ricos de Inglaterra del siglo XX.
Este romance prohibido, informa El Universal, comenzó en 1947, luego de que Catherine Walston le enviara una carta para contarle que, gracias a sus novelas, había decidido convertirse al catolicismo. A partir de entonces, Greene quedó deslumbrado por la belleza de su amante «y por su disposición a experimentar sexualmente», tal como cita la fuente, y comenzaron a vivir una relación que, lejos de ser espiritual, se destacó por su intensidad y su carácter pasional.
Ella fue, por ejemplo, la musa que lo inspiró para escribir la novela «El fin del romance» y la generadora de la pasión que Greene reflejó en unos poemas incluídos en «Después de dos años» y «Para Navidad», dos trabajos que el creador de «El tercer hombre» escribió para un reducido grupo de amigos, según informa The Sunday Telegraph.
Con la difusión de estos poemas, considera el profesor Neil Sinyard, jefe del Departamento de Estudios Cinematográficos de la Universidad de Hull y autor del libro «Graham Greene: una vida literaria», se podrá poner fin al debate que siempre ha existido en torno «a la importancia de Walston en la vida del escritor».
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