El pasado viernes por la noche, el novelista, cuentista y ensayista estadounidense David Foster Wallace, una de las figuras más representativas de la llamada «Next Generation» de narradores norteamericanos, fue hallado sin vida por su esposa, quien al llegar a su casa de Claremont (California), lo encontró colgado de una soga en su propia habitación.
Aunque el triste final del creador de obras como «La broma infinita», «La niña del pelo raro», «Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer» y «Entrevistas breves con hombres repulsivos», tomó por sorpresa al ambiente literario estadounidense, James Donald Wallace, el padre del escritor fallecido, reveló ante «The New York Times» que su hijo «padecía de fuertes depresiones desde hacía unos meses». De acuerdo a sus palabras, este novelista que enseñó escritura creativa en el Pomona College, estuvo medicado por más de veinte años, pero el año pasado decidió suspender ese tratamiento y buscar otras alternativas. «Probó de todo. Simplemente no pudo resistirlo más», concluyó Wallace.
Al conocer la lamentable noticia, su amigo y colega Jonathan Franzen lo recordó como una persona talentosa, «amable y torturada». «Era nuestro escritor retóricamente más afilado», expresó Franzen según reproduce El Mercurio Online. Por su parte, el ganador de la edición 2006 del National Book Award, Richard Powers, señaló que, de su generación, Foster Wallace «era el mejor».
«Wallace fue uno de los principales escritores que devolvió a la novela, a finales de los 80 y principios de los 90, la ambición, el sentido lúdico, el amor por contar historias y el experimentalismo exuberante», aseguró el editor David Ulin durante una reunión celebrada en Nueva York por el círculo nacional de críticos literarios que terminó convertida en un «funeral» luego de que el Departamento de Policía de Claremont confirmara el fallecimiento de este famoso escritor que había nacido en Ithaca (Nueva York), el 21 de febrero de 1962.
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