El viernes por la noche en la Ciudad de México, la muerte se llevó de este mundo a Daniel Sada, a quien dejó sin la oportunidad de saber que, pocas horas antes, su nombre había sido noticia porque la Secretaría de Educación Pública de su país le había otorgado el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2011 en la categoría de Lingüística y Literatura.
Sada, el creador de títulos como «Una de dos», «Luces artificiales» y «Casi nunca», no se enteró de tal reconocimiento: la enfermedad renal que padecía desde hacía tiempo se había agravado y su cuerpo estaba por ese entonces librando las últimas batallas.
Cuando ya se hizo imposible resistir y sobreponerse a tanto sufrimiento, partió. Acá dejó a Adriana Jiménez, su compañera de vida, a Fernanda, su hija, y un valioso legado literario que, a partir de 2012, también incluirá a «El lenguaje del juego», una novela inédita que el año próximo será lanzada por la editorial Anagrama.
Tras conocerse la lamentable noticia, desde el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) emitieron un comunicado para solidarizarse con el círculo más cercano del autor y aprovecharon para realzar su figura.
Por su parte, una vez despedidos los restos del novelista (quien descansará de ahora en adelante en Coahuila por ser el lugar «donde fue muy feliz y se sentía muy libre»), su viuda agradeció en entrevista con «El Universal» todas las muestras de afecto recibidas y recordó a su esposo como hombre, padre e intelectual.
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