Escritor en silla de ruedas, discriminado en un restaurante

En estos últimos días, un episodio relacionado a la discriminación que tuvo lugar en la provincia argentina de Santa Fe provocó indignación social e hizo que resurgieran en mí y en muchas otras personas varios interrogantes que, lamentablemente, no tienen respuesta. Tal vez ninguno de ustedes sepa explicar, por ejemplo, por qué todavía hay gente que se resiste a aceptar al otro tal cual es ni por qué la sociedad se ve obligada a promover con frecuencia la solidaridad, cuando el ser solidarios debería nacer en cada uno de nosotros de manera natural, pero es necesario hacernos esta clase de planteos si pretendemos que, algún día, el mundo cambie para bien.

Hoy, desde este espacio de Poemas del Alma, trataré no sólo llevarles información sino también invitarlos a la reflexión a partir de la descripción de un hecho reciente que tuvo como protagonista al escritor argentino Fabricio Simeoni.

Según se cuenta, este hombre que se dedica a la actividad literaria quiso empezar el 2013 asistiendo a un restaurante rosarino que, hasta ese entonces, sólo conocía de nombre. Así fue que se hizo presente en el Club de la Milanesa, un local donde, a juzgar por su testimonio, no todos los comensales pueden sentirse cómodos y bien tratados.

Simeoni, de acuerdo a datos recogidos por el diario La Capital, intentó acomodarse con su silla de ruedas en el extremo de una mesa pero una de las jóvenes que trabaja en el lugar lo obligó a cambiar su ubicación. El autor se trasladó hacia otra mesa y, una vez más, recibió el reproche de la camarera. Ante la insistencia de la mujer para que él no se sentara en la punta, el escritor consultó el motivo. La respuesta lo dejó atónito:

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Antes de abandonar el establecimiento, Simeoni quiso poner al tanto de la situación al encargado, pero éste ni siquiera ensayó una disculpa. Quien sí parece haber reaccionado fue Marcos Quaranta, el dueño del restaurante, quien lo llamó para expresarle su tristeza por lo ocurrido.

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Claro que, más allá de haber perdonado ese acto de discriminación, Fabricio Simeoni quiso hacer público el episodio porque, de acuerdo a sus palabras, vivimos en un mundo repleto de moralistas y, aún así, «falta sentido común, ética y moral».

Comentarios3

  • macridi

    Todavía estamos lejos de internalizar lo que significa la inclusión. O sea respetar uno de los derechos humanos más amplios. "Todos somos iguales" Lamento que siga pasando la discriminación en cualquiera de los órdenes. ¿Dónde están la solidaridad y el respeto?

  • Amediana

    Esta narración de la vida real, triste y malvada al mismo tiempo, es una historia pálida de las las manifstaciones racistas que abundan en este mundo y que son alentadas por personas carentes de dignidad humana. Esas personas no son ni puden ser felices. Pero, gracias a Dios, también hay otras que no escatiman su amor por la humanidad.

  • Graciela Dantes

    En uno de mis poemas escribi: Jesús vino al mundo con una arma muy dificil de manejar con la marca "Amor" para combatir a la humanidad.

    Es una tristeza que el ser humano aún no conozca la palabra AMOR en toda su extensión, pues de conocerla, no habría tantas guerras, ni pobres etc.
    Indudablemente que los negocios estan llenos de caras largas donde no conocen las sonrisas, y sería muy bueno que a las personas que desconocen las "Relaciones Humanas" se las presentaran.

    Buen reportaje para meditar.



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