François Nourissier enluta con su partida al mundo de las letras

En el día de la fecha, las autoridades de la Academia Goncourt han informado de forma oficial que ayer en París se produjo el fallecimiento de François Nourissier, un escritor y periodista francés que, durante varias décadas, realizó valiosos aportes al ámbito literario de su país.

Por la relevancia internacional de este experimentado intelectual que había nacido en la capital de Francia el 18 de mayo de 1927, la noticia de su deceso no tardó en ser reproducida por numerosos medios de comunicación. Según se comentó, desde hacía muchos meses que Nourissier había tomado una distancia considerable de la escena pública debido al agravamiento de las consecuencias del mal de Parkinson, la enfermedad que lo había comenzado a deteriorar en los últimos tiempos.

François Nourissier, quien supo integrar y presidir durante varias temporadas la Academia Goncourt, había logrado ganarse la admiración y el respeto de colegas, críticos y lectores gracias a propuestas como «El agua gris», «Una historia francesa» y «Agua de fuego».

A lo largo de su trayectoria, recuerdan desde el diario «ABC», este destacado exponente del mundo de las letras no sólo publicó relatos que fueron traducidos a numerosos idiomas y le permitieron obtener distinciones como el Premio de Novela de la Academia Francesa y el Premio Femina, sino que también se desempeñó como consejero literario de la editorial Grasset. Asimismo, es necesario resaltar que Nourissier sumó experiencia como periodista al trabajar para medios como «Le Figaro», «Le Point», «Paris Match», «Elle» y «Vogue» y al aceptar el puesto de redactor jefe de la revista «La Parisienne».

Por tratarse de un hombre culto, inteligente y trabajador que eligió dedicar su vida a la creación literaria, no caben dudas que esta muerte ha enlutado a muchas personas que, de alguna manera, están vinculadas al arte y la cultura. De todos modos, ante realidades como esta es bueno tener presente que los escritores sólo desaparecen de forma física ya que su espíritu sigue siempre vivo en las obras que han dejado.