Tenía 82 años, escribió más de una decena de libros, fue amigo de Jorge Luis Borges y obtuvo numerosos premios. Su nombre, sin embargo, pasa desapercibido para gran parte de los argentinos y de los latinoamericanos. Héctor Bianciotti, el autor nacido en Córdoba que abandonó Argentina en 1955, falleció anteayer en París.
Bianciotti escribía y, según confesó, hasta pensaba en francés. Es que llegó a la Ciudad Luz en 1961, cuando apenas tenía 31 años de edad, y encontró su lugar en el mundo. En Francia trabajó en importantes medios de comunicación (como «Le Monde» y «Le Nouvel Observateur»), fue editor de Gallimard y publicó obras como «Ritual», «Sin la misericordia de Cristo», «Lo que la noche le cuenta al día» y «Como la huella del pájaro en el aire».
Para comprender la importancia de Bianciotti en la literatura de Francia, no hace falta más que tener en cuenta un dato: en 1996, se convirtió en el segundo hispanoamericano de la historia en ser nombrado miembro de la Academia Francesa de Letras. El único antecedente se remontaba a 1894, recuerda Clarín, cuando fue elegido José María de Heredia.
La relación entre Bianciotti y la lengua francesa se fue desarrollando de un modo sorprendente. El escritor nació en la localidad cordobesa de Luque y se crió en el campo, escuchando a sus padres hablar el dialecto piamontés ya que procedían de esa región de Italia. Del campo cordobés pasó a la provincia de Buenos Aires para ingresar a un seminario franciscano. Cuando tenía 15 años, quedó maravillado con textos de Paul Valéry que encontró en un diario y empezó a estudiar francés.
Bianciotti alguna vez expresó, en palabras que rememora Télam, que su dominio del francés «sorprende a la gente» ya que empleaba palabras que otros «nunca utilizarían».
Su inclusión en la Academia Francesa de las Letras no fue el único reconocimiento del que gozó. Los premios Médicis, Femina y Pierre de Mónaco son otras de las distinciones que recibió a lo largo de su vida. Las crónicas de hoy, sin embargo, indican que Bianciotti murió en la pobreza y siendo visitado por escasos amigos en un hospital parisino, después de batallar durante siete años contra el mal de Alzheimer.
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Comentarios2
MUCHOS ESCRITORES MUEREN EN LA POBREZA. NO DEBERÍA SER ASÍ, PERO ESTÁ VISTO QUE DEL ARTE NO SE VIVE. MUY BUENO EL TEXTO.
DELFINA ACOSTA
Gracias por el comentario, Delfina. Lamentablemente, son pocos quienes pueden vivir de la literatura sin pasar penurias económicas. ¡Saludos!
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