El escritor irlandés James Joyce falleció en enero de 1941 pero su legado aún continúa vigente y su figura todavía despierta interés a nivel mundial. Por esa razón, los responsables de la revista científica British Medical Journal no han dudado en publicar los resultados de una investigación que apuntó a determinar cuál era el defecto de la visión que afectaba al creador de «Ulises».
Hasta ahora, indican desde Terra, se creía que el autor sufría miopía, pero Javier Ascaso, un profesor de Oftalmología de la Universidad de Zaragoza, estudió de forma minuciosa varios datos referentes a la condición visual de Joyce y cambió ese diagnóstico por el de hipermetropía.
Cabe resaltar que la hipermetropía es un defecto de la visión que se caracteriza por la reducción de la visión próxima porque la imagen se forma más allá de la retina, mientras que la miopía provoca que la visión lejana resulte borrosa.
Según se pudo saber, el español Ascaso inició este desafío en 2010, tras publicar un artículo científico en el cual abordaba la influencia del glaucoma inflamatorio en Joyce, quien llegó a redactar sus últimos trabajos prácticamente ciego.
A raíz de ese texto se contactó con él el doctor Van Velze, un investigador del Departamento de Estudios Literarios de la Universidad de Utrech (Holanda) que se encontraba desarrollando una tesis doctoral. Como a ambos le atraía el tema de investigar la falsa miopía que se le atribuía al escritor, se pusieron a trabajar juntos al respecto.
Numerosas fotografías del intelectual y una prescripción de lentes de 1932 fueron algunas de las documentaciones que utilizaron estos expertos durante el proceso de investigación para analizar las gafas del autor y tratar de hallar indicios que confirmaran o refutaran el diagnóstico inicial.
Tras examinar el material recopilado, Ascaso modificó las creencias mantenidas hasta el momento y señaló que Joyce usaba gafas con lentes biconvexas, recetadas en casos de defectos hipermetrópicos. Además, el investigador tuvo en cuenta que los ojos del escritor fueron intervenidos quirúrgicamente en trece oportunidades y que fue medicado para tratar el síndrome de Reiter.
En sus conclusiones, además, el experto se permitió resaltar que los inconvenientes visuales de Joyce empeoraron porque jamás se lo sometió a un tratamiento con antibióticos y corticoides que permitieran combatir su infección inicial y controlar los brotes inflamatorios.
Sin dudas, Javier Ascaso ha hallado un modo particular de renovar el interés mundial por la figura de James Joyce.
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