Como desde hace más de una década, la librería española Cálamo organiza una votación entre los lectores para adjudicar el Premio Libro del Año. En este marco, también se otorgarán los reconocimientos Cálamo Extraordinario y Cálamo Otra Mirada, cuyos respectivos ganadores serán seleccionados por los organizadores del certamen.
Las urnas para votar al favorito permanecerán en la librería ubicada en Zaragoza hasta los primeros días de 2015: los nombres de los autores que resulten elegidos se anunciarán el 19 de enero. La ceremonia de premiación, en tanto, tendrá lugar el 27 de febrero.
Tal como destacan desde El Periódico de Aragón, el Premio Libro del Año (que en la edición 2007, por ejemplo, quedó en poder de Rafael Chirbes por “Crematorio”) se otorga al texto más sobresaliente que haya sido editado entre los últimos meses del año anterior y el transcurso del periodo en curso. El objetivo es proponer un listado de candidatos para que los clientes de la librería tengan posibilidad de seleccionar a su favorito.
En esta oportunidad, quienes tienen chances de conseguir este reconocimiento son Sergio del Molino (“Lo que a nadie le importa”), Jean Echanoz (“14”), Mercedes Abad (“La niña gorda”), Belén Gopegui (“El comité de la noche”) y Myriam Moscona (“Tela de sevoya”). También Miguel Serrano (“Autopsia”), Luis Landero (“El balcón en invierno”), Vicente Valero (“Los extraños”), Paula Lapido (“Horror vacui”), Elvira Navarro (“La trabajadora”), Ignacio Martínez de Pisón (“La buena reputación”), Francisco Ferrer Lerín (“Mansa chatarra”), Eduardo Halfon (“Monasterio”), Pierre Lemaitre (“Nos vemos allá arriba”), Leonor de Recondo (“Pietra viva”) y Amo Camenish (“Sez Ner. Detrás de la estación. Última ronda”) compiten para ser quienes, en pocas semanas más, celebren la obtención del Premio Libro del Año 2014.
Todos tienen posibilidades aún. Los escritores elegidos despedirán el año con expectativas y tres de ellos recibirán el 2015 con el estímulo de recibir un galardón por su buen desempeño en el campo de la escritura. Pero ahora, la responsabilidad la tienen aquellos que participen de la votación: la alegría de algunos intelectuales depende de ellos.
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