Así como hace tiempo el mundo se conmovió por la situación de Haití tras el terrible terremoto que destruyó a Puerto Príncipe, durante estos últimos días la información dramática relacionada a una catástrofe de origen natural ha tenido como protagonista al suelo chileno.
En el país presidido por Michelle Bachelet, el sismo ha causado destrozos en diversos puntos de la superficie nacional y provocó la muerte de alrededor de 800 personas, de acuerdo a las cifras oficiales. El panorama, pues, es desolador porque no sólo se mantiene el caos social, sino que también continúan las réplicas.
En medio de ese trágico panorama, fueron muchos los extranjeros que pidieron ayuda a sus gobernantes para regresar a sus tierras, pero no todos lograron ser rescatados de forma inmediata. Ese fue el caso de, por ejemplo, los intelectuales de origen mexicano que habían llegado a Santiago para participar del Congreso Iberoamericano de Lengua y Literatura Infantil y Juvenil.
Los autores (entre los que se encontraba Juan Villoro), en su desesperación por salir de Chile tal como lo habían logrado hacer sus colegas brasileños y colombianos, redactaron una carta para reclamar una pronta asistencia por parte de las autoridades mexicanas.
Poco tiempo después, su iniciativa tuvo los efectos esperados: hace algunas horas se confirmó que México ha decidido enviar un avión para repatriar a los escritores y pensadores que todavía permanecen en área chilena.
De acuerdo a un comunicado difundido por la Secretaría de Relaciones Exteriores del territorio azteca, la demora del vuelo se produjo como consecuencia «de la operación irregular del aeropuerto internacional de Santiago de Chile», tal como reproduce la agencia AFP.
Sin dudas, el reclamo de este grupo de escritores es razonable, pero ni ellos ni el resto de los extranjeros que estaban en Chile al momento del terremoto deberían perder de vista que lo urgente no es abandonar el lugar, sino solidarizarse con aquellos que perdieron todo, desde los bienes materiales hasta a sus familiares, esperanzas y sueños.
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