El poeta William Morris Meredith Jr. falleció el pasado miércoles a los 88 años de edad, víctima de una insuficiencia cardiaca y respiratoria. El deceso se produjo en el Hospital Lawrence & Memorial de New London (Connecticut), según manifestó este fin de semana el vocero del establecimiento, Kelly Anthony.
Meredith nació en Nueva York el 9 de enero de 1919. A los 31 años de edad se graduó magna cum laude en la Universidad de Princeton, tras escribir una tesis sobre Robert Frost. Luego de trabajar en el New York Times, ingresó en la Marina de los EE.UU. como aviador y participó en la Guerra de Corea (1950-1953), donde recibió dos medallas por su actuación.
Su primer libro de poesía, «Love letter from an impossible land» fue seleccionado por Archibald MacLeish para una colección de jóvenes poetas y publicado en 1944. Luego editaría «Ships and other figures» (1948), «The open sea and other poemas» (1957) y «The wreck of the thresher and other poems» (1964). Ese mismo año apareció su traducción de la obra de Guillaume Apollinaire. Entre 1978 y 1980 fue consultor en poesía de la Biblioteca del Congreso. En 1988 obtuvo el Premio Pulitzer de Poesía por «Partial Accounts: New and Selected Poems»y en 1997, el National Book Award por «Effort at speech». Meredith también disfrutó de becas de la Fundación Guggenheim y de la Fundación Ford.
Además de la poesía, Meredith también se dedicó al ensayo. En 1982 publicó «Reasons for poetry» y nueve años más tarde, «Poems are hard to read».
La docencia fue otra de las pasiones de este escritor. Fue profesor en la Universidad de Connecticut entre 1955 y 1983, cuando se retiró luego de sufrir un ataque de apoplejía que lo dejó parcialmente paralizado y con dificultades en el habla. Anteriormente también dio clases en la Universidad de Hawaii en Honolulu.
William Meredith vivía en Montville junto a su pareja Richard Harteis, pero viajaba frecuentemente a Bulgaria, donde recibió la ciudadanía por un decreto presidencial en 1996.
Comentarios2
La poesìa inglesa guarda una inefabilidad trepidante, otro poeta con el que estaremos en deuda lectora.
De acuerdo con Rodolfo...
pero al parecer la deuda es inexorable.
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