La elección sexual de cada individuo debería ser un asunto privado e íntimo que no tendría que ser explicado en público ni dar lugar a debates, pero en la vida cotidiana ya se hizo costumbre analizar derechos y obligaciones de todo aquel que no se confiesa heterosexual.
Si bien a nivel mundial se observa una mayor predisposición social a aceptar «lo diferente», aún la homosexualidad provoca cuestionamientos y acciones coercitivas por parte de numerosos sectores.
Por entender a esta elección sexual como una enfermedad o algo que está mal y hay que erradicar, todavía surgen propuestas como la que va tomando forma en la ciudad brasileña de Sao José dos Campos, donde ya surgió un proyecto para prohibir en las instituciones educativas libros «que puedan inducir a los niños a la homosexualidad».
Frente a este plan, algunos se horrorizarán por comprobar que se asocia el hecho de ser gay a un padecimiento que no debe ser fomentado; otros reaccionarán a favor por creer que no es necesario estimular ese tipo de vida y habrá quienes se sientan presionados a callar sus sentimientos y a disimular su esencia para evitar esa mirada acusatoria que los hace sentir como criminales sólo por sentir atracción por alguien de su mismo sexo.
No hay que ser hipócritas: no se puede negar que aún el tema de la homosexualidad es objeto de análisis, dudas y reproches. Que anoche once integrantes de la Cámara Municipal de la mencionada localidad brasileña hayan votado a favor del proyecto y sólo nueve se hayan opuesto a la medida no es anecdótico ni una locura de pocos: es un reflejo de lo que ocurre a diario en distintos rincones del mundo, donde la homosexualidad tal vez es aceptada y respetada por algunos pero, aún así, es una temática a la que se prefiere no «alentar» ni igualar con la heterosexualidad.
Quien impulsa esto de no permitir en escuelas publicaciones referentes a la homosexualidad es el concejal Cristóvao Gonçalves, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
Pese al carácter polémico de su plan, en declaraciones a la prensa este funcionario insistió en que no es homofóbico y aseguró, según recoge el diario «El Universal», tener «amigos gays» y no «discriminar según la opción sexual». De todos modos, es él quien propuso una medida para evitar, por ejemplo, los llamados «kit gay» (materiales destinados a escuelas que, entre otros contenidos, ofrecía imágenes de un beso entre dos niños) que buscaba repartir el Ministerio brasileño de Educación para combatir la homofobia ya que desde su punto de vista «no son educativos e inducen a la práctica homosexual».
Sin dudas, esta controversia recién empieza y se acentuará aún más si Eduardo Cury, el alcalde del municipio, promulga el texto y lo convierte en ley.
Comentarios1
Me parece una violación a los derechos, y no podemos tapar el sol con los dedos no porque se prohíba hablar del tema se erradicará la homosexualidad. sino más bien tratarlo desde el lado humano y entender que como humanos tienen el derecho a ser tratados por igual.
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