Por estas horas, la literatura está teñida de negro y gran parte de sus exponentes sufre porque el destino ha querido que, con pocas horas de diferencia, haya dos bajas importantes provocadas por la muerte: la de Ágota Kristóf y la de Sakyo Komatsu.
Sobre la partida del novelista japonés, ha trascendido que su deceso se produjo el pasado martes en un hospital de Osaka, institución en la cual había sido ingresado por una infección pulmonar.
La noticia no tardó en conmocionar a las letras asiáticas ya que Komatsu, cuyo nombre real era Minoru, era uno de los exponentes más sobresalientes del ámbito de la ciencia ficción.
Cabe destacar que este talentoso hombre que había nacido en enero de 1931 y debutado como escritor en 1962 tras estudiar y trabajar en la Universidad de Kyoto logró ser parte del selecto universo de los intelectuales, perder el anonimato y cosechar admiradores en distintos rincones del planeta gracias a obras como «Japón se hunde», «Adiós, Júpiter, adiós» y «Virus», varias de las cuales se tradujeron a múltiples lenguas e inspiraron adaptaciones televisivas y cinematográficas.
Por su buen desempeño como creador de historias, el recientemente fallecido Sakyo Komatsu logró acumular a lo largo de su prolífica trayectoria distinciones como el Nihon SF Taisho Award y el Seiun Award.
Al conocer esta lamentable información, es probable que muchos lectores sientan pena por la pérdida de este afamado escritor al que aprendieron a valorar a través de sus relatos, mientras que otros experimentarán curiosidad por acercarse al legado de este japonés que deja en este mundo buenos recuerdos por su labor artística. Ojalá, el impacto general por su muerte lleve a un gran número de aficionados a la lectura a interesarse por el trabajo de Sakyo Komatsu para que, de este modo, su espíritu se mantenga siempre vivo entre las páginas de sus libros.
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