Muy pocos son los seres humanos que rechazan al dinero como forma de compensación por algún servicio brindado o por determinados talentos demostrados. Sin lugar a dudas, este tipo de recompensa es fundamental y contribuye a mejorar la calidad de vida de todos los habitantes del planeta.
En algún punto, puede decirse que, en todos los rubros comerciales, los fondos económicos siempre constituyen una especie de premio, pero cuando esa compensación surge por decisión de algunos colegas, la satisfacción es mayor, tal como ocurre, por ejemplo, en el ámbito literario.
Como se desprende de varios de los artículos publicados por Poemas del Alma, son muchos los escritores que reciben importantes sumas de dinero por haber cautivado, a través de sus obras, a un determinado jurado. Ese tipo de reconocimientos no sólo permite respaldar en materia financiera al elegido, sino que también le otorga reputación y popularidad a nivel internacional.
Pese a la costumbre de premiar con dinero las aptitudes literarias de diversos hombres y mujeres, no todos los integrantes de este sector están de acuerdo con ese tipo de iniciativas. Para los miembros de instituciones como la Sociedad de Estudios Literarios y Humanísticos de Salamanca (SELIH), por ejemplo, es más importante recompensar con palabras que con una cifra determinada de dinero. Después de todo, ¿quién sabe cuál es el precio justo para reconocer la creatividad y el talento?
Sin ánimos de desmerecer al resto de las organizaciones pero firmes en su postura de galardonar sin recurrir al dinero, los integrantes de SELIH han decidido distinguir por año a diversos escritores a quienes, de forma simbólica, los premian con un euro.
En esta ocasión, informa el diario ABC.es, la institución ha realzado la figura y la trayectoria de tres autores de origen brasileño: Claudio Aguiar, Reynaldo Valinho y Caesar Sobreira.
Tras haber sido elegidos por el jurado, cada uno de ellos se llevará como recuerdo de este triunfo el «prestigio» de haber sido tenidos en cuenta y no una importante retribución económica ya que, tal como expresó el presidente de la SELIH, Alfredo Pérez Alencart, «el dinero no debe dar prestigio a la literatura».
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