Hay ocasiones en que el mundo islámico no se lleva bien con el mundo de la literatura. O mejor dicho, existen ciertos sectores musulmanes que no ven con buenos ojos la libertad con la que escriben algunos autores. Es famoso el caso de Salman Rushdie, sobre quien pesa una fatwa (condena de muerte islámica) por su libro “Versos satánicos”.
La escritora bangladeshí Taslima Nasreen también conoce de cerca a las amenazas. En agosto, un grupo de clérigos anunció que premiará con 100.000 rupias (cerca de 1.800 euros) a quien logre asesinarla.
Lamentablemente para la autora de “Vergüenza” (donde describió los abusos que sufren las mujeres y la minoría hindú en Bangladesh), los problemas no terminan allí. Ayer, el gobierno indio instó a Nasreen a permanecer en Nueva Delhi (la ciudad donde se encuentra exiliada) o a marcharse del territorio indio. Es decir, la escritora no puede trasladarse libremente por el país.
El Poder Ejecutivo indio aseguró que su decisión obedece a razones de seguridad, para evitar los atentados. Sin embargo, Nasreen es escéptica: “No creo que tenga nada que ver con la seguridad. Yo lucho por los derechos humanos. ¿Por qué no puedo ver a mis amigos?”, señaló. La escritora planeaba visitar la ciudad de Calcuta, en el estado de Bengala, para encontrarse con familiares y amigos. “Amo Calcuta, la lengua y la cultura bengalí”, explicó la autora.
Cabe recordar que Bangladesh es una escisión de la región india de Bengala, cuando a comienzos del siglo XX se separaron los territorios de la población hindú y de la musulmana.
Nasreen, quien debió abandonar Calcuta por las amenazas de los grupos fundamentalistas, fue más allá en sus acusasiones y aseguró que el gobierno indio la ha puesto bajo arresto domiciliario en Nueva Delhi, ya que no tiene autorización para realizar apariciones públicas. La escritora está refugiada en un sitio no revelado de la capital india, bajo la supervisión de agentes de seguridad e inteligencia.
“No soy una criminal”, se quejó la escritora. Dado que su visa vence el 17 de febrero de 2008, los medios consideran que el gobierno intenta convencerla de que abandone el país.
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