El escritor español Tomás Segovia falleció ayer por la tarde en la Ciudad de México, donde vivía junto a su esposa María Luisa Capella. Ella fue quien confirmó la triste noticia a Informador.com.mx y permitió saber que el fallecimiento se produjo como consecuencia de un cáncer de hígado que lo había llevado a recluirse en su hogar para disfrutar sus últimos momentos en compañía de su círculo más cercano.
Cabe resaltar que la partida del talentoso creador de obras como «La luz provisional», «El sol y su eco», «Personajes mirando una nube», «Cantata a solas» y «Casa del nómada» tuvo lugar apenas unos días después de haber sido merecedor junto a su colega argentino Juan Gelman del Premio de Poesía Víctor Sandoval.
Por la importancia internacional de su producción literaria, el respeto que supo ganarse entre sus pares y la admiración que le tenían miles de aficionados al universo literario, la ausencia de este hombre que había nacido en la ciudad de Valencia el 21 de mayo de 1927 pero que se formó y consagró en territorio mexicano se hará sentir en distintos rincones del mundo.
Sin dudas la literatura ha perdido a un exponente de gran valor, pero queda su legado para apreciar su desempeño y mantener vivo a su espíritu sin limitaciones de tiempo ni de espacio.
Quienes lo conocieron aunque sólo haya sido a través de uno de sus libros sabrán que la huella que dejó Segovia es imborrable. Por su parte, aquellos que recién por estas horas adviertan su existencia podrán saber quién fue el poeta que acaba de abandonar la Tierra al leer alguno de los materiales de su autoría y al descubrirlo por recuerdos o palabras en su honor dichos por la gente que tuvo el privilegio de estar cerca suyo o que era consciente del valor de su trabajo.
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