El cómic de «Ajuar funerario» rescata lo mejor de la narrativa de Fernando Iwasaki acompañando ese universo terrorífico con imágenes que seguramente te impedirán volver a descansar tranquilamente. Una lectura necesaria para los amantes del género.
Algunos homenajes son necesarios. Son imprescindibles. Que «Ajuar funerario» de Fernando Iwasaki cumpla 15 años desde su publicación (en 2004) es motivo de fiesta. Y el homenaje que le han dedicado me parece un abrazo justo para con un autor fabuloso. La adaptación de «Ajuar funerario» a cómic realizada por Imanol Ortíz López (Guion) y Beñat Olea Irureta (Ilustraciones) llega en un muy buen momento; para que quienes ya éramos lectores de Iwasaki revivamos su universo y para que, aquellos que no lo hayan leído todavía, lo descubran. Iwasaki no pasa de largo porque nos ofrece una peculiar forma de aceptar lo sórdido de la vida; y eso han sabido captarlo con precisión Imanol y Beñat. ¡Que nadie se pierda este cómic!
«Ajuar funerario» en la literatura de terror
Fernando Iwasaki publicó «Ajuar funerario» en 2004 que se convirtió en un clásico de los amantes del género de terror. Pero sería injusto etiquetar así a esta obra gigantesca. Porque se trata de una revisión de nuestra forma de entender el paso por esta vida con un tono que va desde lo dramático a lo humorístico. A través de los numerosos relatos Iwasaki se cuestiona y nos cuestiona los límites que conocemos y que sabemos tan lógicos, y deja en evidencia nuestra mirada unidimensional sobre lo que experimentamos; nuestra forma de procesar la vida usando la razón antes que la intuición. Para pensar acerca de los límites materiales y espirituales que nos imponemos como estructuras estáticas y que nos impiden apreciar lo que realmente somos, lo que realmente tenemos, puede ser ésta una fascinante lectura.
«Ajuar funerario» reúne los terrores de la historia de nuestra especie que tienen su origen en las imposiciones familiares, sociales y religiosas; las cuales contienen nuestra libertad y nos impiden ser libres. Iwasaki imagina, yendo un paso más allá, cómo será la vida de los no libres una vez que desaparecen. Fantasmas, monstruos y criaturas peligrosas son los antagonistas de estas historias, que se hallan narradas desde personajes vulnerables, sorprendidos por la vida en su mejor momento. Es, en definitiva, un libro que pinta el horror cotidiano potenciado a lo sobrenatural.
Se trata de un libro clave para entender la mirada amplia que abarca la obra de Fernando Iwasaki; donde los géneros se vuelven difusos, donde los tonos van variando y los relatos se enclavan en la semilla y el combustible de la vida. En este caso en particular podríamos decir que lo más interesante es que son historias que no se configuran en torno a los hechos de terror propiamente dichos, sino al miedo que pueden causar en el oyente-lector. No hay horror en quienes viven las historias, sino en aquellos que las leen: el observador es el depositario del terror y no las criaturas que habitan las historias. Esto, creo, es muy poético y vuelve extraordinarias estas narraciones.
Y no quiero olvidarme del humor, porque en Iwasaki hay que hablar de él. Como buen narrador, como buen conversador, sabe manejar el ritmo y la tensión de las historias valiéndose del humor. «Ajuar funerario» puede servir, en ese sentido, como una especie de antídoto frente al dolor de la muerte y también frente al horror que nos causa su idea. Todo lo que nos paraliza podría envolvernos. Todo lo que no somos capaces de asir podría convertirse en parte de nosotros si fuésemos capaces de verle su lado cómico. Esta parece la mirada, lo que deviene de esta lectura.
Y la idea de que este libro reciba un merecido homenaje no podría alegrarme más. Sobre todo porque también en él Iwasaki rindió homenaje a miles de culturas y de líneas narrativas. Hay miradas a los apesadumbrados cuentos de Poe, al existencialismo agobiante de Maupassant, a los enrevesados personajes que aparecían en las leyendas que nos contaban de niños los mayores, a las tramas que dominaron el cine y con él nuestro bagaje colectivo, y también a ese libro maravilloso de la mitología egipcia, el «Libro de los muertos». ¡Un relato tan generoso también se merece la caricia del elogio!
Sobre la adaptación al cómic
Creo que este es un homenaje justo al genial Iwasaki, que ha sabido renovar el género de terror hispánico creando una obra que trasciende las fronteras, y que además ha sido realizado con precisión y buen gusto. En este cómic de Imanol Ortíz López y Beñat Olea Irureta, quienes ya conocíamos el trabajo de Iwasaki hemos disfrutado poniéndole otras imágenes que las que tenían en nuestro imaginario sus historias y los que no le conocían pueden adentrarse de una forma fascinante en su obra. Todos deberíamos regresar a esta obra que cumple 15 años y que sigue viva, despierta, necesaria.
El guion me ha gustado mucho porque Imanol no busca reformular la mirada de Iwasaki sino que su trabajo ha consistido en seleccionar las frases adecuadas. Junto a Beñat han sabido acompañar las ilustraciones con las palabras precisas realizando un gran trabajo. Creo que han podido discernir lo imprescindible de cada microrrelato y que han encontrado la forma de unificar palabra-imagen. Respecto a la gráfica, pese a hallarse firmemente inspirada en la estética de Tim Burton, me gusta la forma en que Beñat trabaja la cámara imaginaria en cada escena; porque sabe destacar lo más importante y nos obliga a prestarle atención. Asimismo, el contraste de los colores en las escenas claves también me ha impactado.
Pienso que Imanol y Beñat nos ofrecen un libro que rescata la ironía y el trabajo elíptico que contienen la obra de Iwasaki, dotado de imágenes precisas para cada historia. Han sabido extraer de los textos de «Ajuar funerario» la raíz para crear una nueva mirada, una visión particular sobre esas historias que tanto nos han entusiasmado y a las que todos deberíamos regresar. Sin lugar a dudas, este libro será uno de mis elegidos para mi ajuar funerario; si es que no consigo llegar a un acuerdo con Osiris para obtener la inmortalidad…
AJUAR FUNERARIO
Fernando Iwasaki
Guion: Imanol Ortíz López
Ilust.: Beñat Olea Irureta
Páginas de Espuma
978-84-8393-245-2
96 páginas
17,00 €
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