Así comienza «Cinco viajes al infierno» de Martha Gellhorn (Altaïr), un libro que recoge algunos de sus viajes más interesantes a lo largo del mundo y que nos permite acercando a diferentes realidades que comparten entre sí una cosa: la convulsión y el desorden.
Con este libro comienzo una nueva aventura: reseñas de libros de viaje. Y lo he escogido porque desde que lo leí se ha quedado pegado a mí de una forma indeleble y porque reúne las dos características que espero de este tipo de lecturas: intensidad y reflexión. Espero que este emprendimiento les atraiga y los lleve a interesarse por la literatura de viajes. ¿Zarpamos juntos?
Los viajes y la guerra en Martha Gellhorn
La pasión de Martha por los viajes comenzó a gestarse siendo jovensísima. Su deseo de cambiar el mundo fue una semilla que sus padres sembraron y regaron con tenacidad. Su madre, activista de pulsión feminista, y su padre, un médico judío-alemán en Sant Louis, intentaron hacer de su hija una persona abierta a las necesidades de los otros, capaz de mirar más allá del contorno de la realidad y comprender lo que se esconde de fondo en todas las historias. Por eso en cuanto puso un pie fuera de la casa paterna, Gellhorn ya era una mujer que sabía lo que quería y sabía dónde buscarlo. Por eso se hizo corresponsal y comenzó a mirar la realidad desde la perspectiva de los que estaban construyéndola o sufriéndola. De hecho, se presentaba a sí misma como una estudiosa del desastre.
Su primer trabajo fue en París, país al que llegó acompañada sólo de su máquina de escribir y 75 dólares. Vogue y United Press fueron las primeras revistas que compraron sus reportajes. A medida que iba conociendo la realidad, Gellhorn se involucraba con la izquierda y se posicionaba a favor de la paz. Ahí empezó todo; de aquellos años también, su relación con Hemingway, con quien compartiría muchos días y viajes, y de quien se divorciaría con el empeño de no volver siquiera a mencionarlo. «No quiero convertirme en una nota a pie de página en la vida de otro», decía. ¡Con justa razón! Porque por grande que haya sido Ernest, Martha no tuvo nada que envidiarle y su pasión por la vida y por la escritura no fue algo que le deba al autor de «Fiesta».
Gellhorn estuvo entre los primeros periodistas que entraron en el campo de exterminio de Dachau y afirmó que ese hecho marcó su vida para siempre. Desde entonces sus viajes no cesaron, siendo una de las periodistas más comprometidas con la causa de Israel en la Guerra de los Seis Días. La guerra se iba abriendo camino en su interior, dejando cicatrices imposibles de esconder y fortaleciendo su empeño de jugarse por las causas perdidas.
Viajar al infierno
«Cinco viajes al infierno» es un libro de viaje de corte social que intenta llevarnos al centro de los conflictos a través de una narración cercana y directa, y que nos invita a reflexionar en torno no sólo a los acontecimientos propios de ese libro, sino a la realidad que estamos construyendo. Al mismo tiempo, es una aventura llevadera con momentos de tensión y otros de contemplación, descritos con una gran habilidad.
Después de haber viajado durante años, Martha quiso revisar cómo habían sido sus viajes y vinieron a su mente momentos terribles otros divertidos y la miseria con la que se encontró en muchos puertos. Este recuerdo la incentivó a detener su mecánica viajera y comenzar a contar algunas de esas experiencias. En este libro reunió lo que para ella fueron los cinco peores viajes de su vida; que a su vez fueron los que más riqueza le dejaron, los que más la acercaron al verdadero mundo; a esa realidad que sus padres le enseñaron a mirar.
Este libro se divide en cinco relatos de viaje que nos llevarán por China, el Caribe, África, Rusia e Israel. Entre unos y otros transcurren cuarenta y años y podemos apreciar, además de las diversas experiencias que le acontecen a la autora cómo su forma de solucionar los embistes del viaje van cambiando, de acuerdo a la madurez que va adquiriendo con el correr de los años.
Cinco partes de un mismo viaje
«Los tigres del señor Ma» es un viaje a una China revuelta, en guerra con Japón que acababa de tomar Indochina. En él Martha narra experiencias duras de una forma directa pero con una brizna de ironía. Es el único relato que realiza acompañada, por C. R —compañero reticente— que no es otro que Hemingway.
«De barco en barco», el segundo relato, consiste en una travesía por el Caribe para cubrir como corresponsal la guerra submarina entre Alemania con las flotas de los Aliados. El Caribe no era lo que es; se trataba de una serie de islas vírgenes, con preciosas playas que aún no habían sido invadidas por el turismo, a Gellhorn le llamó considerablemente la atención lo que allí vio y cuando regresó muchos años más tarde se decepcionó de la parafernalia en que se había convertido aquel paraíso. De este conflicto no pudo averiguar mucho en su viaje, aunque estaba en el lugar adecuado, no pudo llegar a mirar más allá de lo que flotaba en la superficie.
«En África» es el tercer relato y narra una travesía descabellada en aquel 1962: cruzar África de este a oeste. Un viaje al que incluso su médico le recomendó desistir, pero Martha no era fácil de convencer y necesitaba viajar-vivir y por eso no escuchó consejos de nadie y se embarcó en este viaje para conocer la fauna de un país todavía desconocido. Pero más que fauna se encontró con la realidad de numerosos pueblos y tuvo que enfrentar miedo y experiencias de diferente tipo. Salió viva de esta aventura, aunque ya no era la misma.
El cuarto relato, «Una mirada a la madre Rusia», se gesta por el mero deseo de conocer a la autora de una novela que la había cautivado muchísimo; pero el resultado no es exactamente el que Martha espera. Por otro lado, a pesar de haber sido ella misma quien decidiera emprender este viaje, parece que el deseo de la escritora americana por conocer Rusia no es tal, y así lo manifiesta a lo largo de este relato en el que también encontrarán interesantes anécdotas narradas con sarcasmo y claridad.
El libro cierra con el relato «¿Qué aburre a quién?», una reflexión en torno al sentido de viajar que se va construyendo a través de una travesía por Israel. Esta última parte se enlaza perfectamente con el epílogo ya que en ella, Martha comienza a hilvanar la explicación a una de las grandes inquietudes de su vida ¿por qué viajamos? Y lo hace combinando la autorreflexión con la observación a lo que la rodea, a las personas que ha conocido también aficionadas al arte de viajar y ampliando su experiencia visitando un campamento de jóvenes viajeros de filosofía hippie que provienen de diferentes países.
Y hay todavía tiempo para un epílogo llamado «Inconclusión», que podría ser también un anexo del último texto, al hacer hincapié en las motivaciones que cada uno de nosotros tiene para querer desplazarse de un sitio a otro. En su caso, afirma Gellhorn, se trata de la necesidad de huir del aburrimiento y de satisfacer el deseo de estar donde ocurren las cosas importantes para transmitirlo a través de su voz.
Martha escribió este libro anotando los hitos de esos cinco viajes que la habían marcado profundamente, convencida de que:
Cinco viajes al infierno
Martha
Editorial Altaïr, 2011
ISBN: 978-84-937555-5-3
336 páginas
23 €
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