La poesía es un género escurridizo al que conviene entrar bien dispuestos (armados, si es preciso). Las posibilidades de salir ileso de ella siempre son nulas; pero en ocasiones las consecuencias pueden ser mortales. Al igual que ocurre con los humanos, los libros que a simple vista resultan más inofensivos terminan siendo los que te ejecutan. A este tipo de poemarios pertenece «Contar» de José María Cumbreño (Papeles Mínimos), en el que nos encontramos con una serie de poemas llenos de sentencias directas que giran en torno a la memoria y a la forma que tenemos de ponerla en palabras.
Contar las palabras
La forma en la que contamos siempre viene dada por la manera en la que hemos grabado las experiencias en nuestra psique; las necesidades de decir están enlazadas directamente con lo que el no decir nos ha causado. Por eso, dos personas no cuentan la misma versión de una historia y por eso también quien escribe ficción puede basarse en la realidad pero siempre establece su propio discurso, su propia forma de decir, y sobre todo su particular orden de poner en palabras. Esta podría ser la premisa fundamental de este libro.
Cumbreño afirma que nos pasamos la vida contando, y por eso, quizá, sería más apropiado terminar con un número y no con una palabra, enumerando y no narrando. De eso se trata este libro; en él hallaremos una larga lista de situaciones, propósitos, experiencias, pérdidas y perspectivas que nos permitirán adentrarnos en una composición que va del número a las palabras y viceversa, pasando por los silencios familiares, las preguntas existenciales y las contradicciones. ¡Ah; benditas contradicciones!
Nos pasamos la vida contando: el tiempo que nos falta, el que hemos transitado, la lista de tareas pendientes, de libros que hemos leído, las personas a las que queremos, los seres a los que hemos perdido. Contamos de adelante hacia atrás y volvemos al principio; buscamos rincones nuevos para añadirlos a la cuenta, aprendemos nuevas formas de decir lo mismo. Sumamos desde un idioma extranjero nuevos símbolos y formas de expresar lo que ya hemos dicho de forma insuficiente. Y todas estas formas de sumar experiencia, números y estadísticas a nuestra propia existencia, nos determina definitivamente como personas. Todo esto cabe en este libro, que puede ser una interesante lectura para reflexionar el día a día y poner en palabras lo andado.
Memoria y literatura
A lo largo de la lectura vamos descubriendo recovecos por donde la literatura se entromete. Porque, de alguna forma, también podría leerse «Contar» como un pequeño manual para ordenar la vida y aprender a decirla. Compuesto con numerosas sentencias en torno a la literatura, y a los que la hicieron-hacen, este libro se ubica en ese filo peligroso que divide realidad y ficción y cuestiona la frontera.
Hay numerosos poemas en torno a las relaciones familiares y a esa pregunta que todos hemos tenido que enfrentar alguna vez: ¿es mi familia lo que creo que es? ¿y las personas a las que quiero? ¿cómo son y existen fueran de mí? Dudas que nos llevan a replantearnos los principios que mantienen de pie nuestro mundo y a nosotros en él. Y este libro nos despoja de todas las certezas convidándonos, a través de frases unívocas y claras, a experimentar desde el yo que nosotros dibujamos y no desde el que nos han impuesto. Y en ese sentido creo que es valiente y necesario.
Y al hablar de literatura, Cumbreño divide a los autores en dos grandes grupos: los que tachan y los que borran. Los primeros, amantes de la mancha, de la huella, que parecen aprender (o confían en ello); los segundos, enamorados de la pureza y soñando siempre con la posibilidad de olvidar el lastre, que martiriza y ensombrece la vida y la escritura. Por eso es éste también un texto que nos obliga a repensar las razones y las formas en las que nos acercamos a las palabras.
Más allá de la memoria
Hablar de la memoria es detenerse en las pérdidas, nombrarlas, contarlas. No nombramos a nuestros muertos, los contamos. Madre, padre, hermanos, amigos que han quedado en el camino y que son una marca en nuestros dedos, una por cada uno de ellos. Sin ausencias y sin pérdidas no habría memoria, como tampoco habría palabras sin números; porque narrar es enumerar en cierta forma. Todo eso podría extraerse de esta lectura.
Y yendo un poco más adentro, Cumbreño postula la escritura como necesidad de contar la realidad pero también como escenario de ficción, que permite llenarse de esperanza cuando la vida se vuelve una situación insostenible, cuando la rutina es un ir y venir a ninguna parte y el movimiento nos aleja de lo que en realidad deseamos. La esperanza que reside en aprender a jugar con el lenguaje, dando por sentado, que no aprenderemos nada y que lo escrito no servirá para paliar el dolor, porque al volver a la vida las pérdidas continuarán ahí, nuestras obligaciones también estarán esperándonos y el dolor se abrazará a nuestro cuerpo nuevamente. Pero quizás, precisamente por eso contar es necesario, porque nos recuerda que estamos vivos: 1, 2, 3…
¡Hay que leer «Contar» de José María Cumbreño para recordar aquello que ha pasado, pero también para listar lo que nos queda!
CONTAR
José María Cumbreño
Papeles Mínimos
978-84-941441-7-2
56 páginas
15 €
Comentarios1
Qué cosas más interesantes dice José María Cumbreño. No había oído hablar de él y creo que hay que poner interés en leerlo. Feliz fin de semana y gracias por tenernos tan al día de todo el universo literario, Tes. Un abrazo.
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