José Martí, pasión y destino de un genio

De José Martí, mucho me temo, saben los jóvenes, los estudiantes y algunos lectores ocasionales solamente esta célebre poesía: Cultivo una rosa blanca/ en julio como en enero/ para el amigo sincero/ que me da su mano franca/ y para el cruel que me arranca/ el corazón con que vivo/ cardo ni ortiga cultivo/ cultivo una rosa blanca.

Pero en el libro del escritor, poeta y ensayista Luis María Martínez, llamado José Martí en Paraguay, ya tendrá el lector la valiosa oportunidad de conocer a fondo la ideología, la pasión y la muerte de un prócer americano, o sea, José Martí. El material literario lleva el sello de la Editorial Servilibro.

Luis María Martínez es un respetado escritor paraguayo. Sus numerosos y sobrios ensayos, aparecidos en las revistas del PEN Club Internacional del Paraguay, avalan su trayectoria en el campo de la investigación en torno a hombres y mujeres que hicieron de su existencia una gesta, un faro, un camino que procura la cima misma.

El poeta Félix de Guarania había tenido la plausible iniciativa de crear una revista martiniana, adjudicándole la dirección del citado material. Viose entonces necesitado de ir componiendo notas sobre el patriota cubano para cada edición. Esas redacciones fueron recogidas en este libro y muestran el paso meteórico por el mundo de un hombre que siendo aún adolescente (16 años ) ya estaba en la dirigencia del periódico Patria Libre.

Qué mente iluminada la suya, cuánta conciencia social anidando ya en su corta vida. Tuvo que tomar el pulso del tiempo histórico y llevar la dirección de un medio periodístico que pretendía la libertad de su patria. Su prédica (viento y fuego y sal a la vez) le costó la condena a seis años de prisión en la cantera de San Lázaro, donde debió doblar la cerviz, obligado como estaba a realizar trabajos forzados. Afortunadamente, la pena fue reducida a seis meses. Conoció el destierro.

Qué manera de iniciarse a tan fresca edad en la fiereza de las cárceles, que comían vivos a los infelices que iban a parar en ellas. En torno a la prisión, concretamente a sus compañeros de infortunio, expresó José Martí cuanto sigue: «Mi compañero de presidio Nicolás, sobre quien estando tendido en el suelo por bárbaro agotamiento, se baldeó una vez sobre él y se barrió sobre su cuerpo».

Martí no se limitó a la teoría. Fue un ser de acción. Estuvo en México, en Guatemala. Y estuvo donde le tocaba ser deportado, pues su pensamiento, tocado por la genialidad y los sacudones de la denuncia ante los hechos de injusticia, metía miedo a los capitalistas.

Su periodismo era ambulante. Llevado, arrastrado por una causa que se convirtió en el motivo de su lucha, se radicó en Nueva York, donde pudo organizar a los emigrados. Para comprender su ideología, es preciso entender, saber que el ser humano solamente se completa, se hace un todo, cuando asume que la injusticia perpetrada contra el prójimo es una resta para su esencia. El ser humano no es una isla. No es posible ser ni existir mientras se permanece indiferente ante el dolor y el desgarramiento de los demás, los carcomidos por la pobreza, por los abusos del capitalismo.

He leído en este libro (que recomiendo a los periodistas paraguayos y extranjeros) dos pensamientos que son pura revelación y guía para cualquier tiempo, ciertamente:

«La muerte es una victoria y, cuando se ha vivido bien, el féretro es un carro de triunfo».

«El jefe de un país es el empleado de la nación, a quien la nación elige por sus méritos para que sea en la jefatura mandatario y órgano suyo».

Martí fue designado cónsul del Paraguay en Nueva York a propuesta de José Segundo Decoud, siendo ministro de Relaciones Exteriores, nombramiento que se concreta tras salir Decoud del Ministerio para ser senador, cuando dicha cartera estaba ya a cargo de Juan Crisóstomo Centurión. Grandemente habría de impresionar al maestro de la oratoria nuestro país. Según Hernández Catá, José Martí era un estudioso de América. Ciertamente, no hubo casi suelo del continente americano que no haya ocupado el pensamiento de este apóstol del periodismo. Recuerda Hernández Catá la impresión que obró en su ánimo una brava paraguaya que se quitó de un tirón el luto para festejar la muerte gloriosa de un patriota tras la derrota de la Revolución de los Comuneros. Escritor consumado, de su pluma nutrida con el pensamiento de los grandes autores europeos, se fue desprendiendo su veta periodística. Su periodismo no dejaba al lector en un plano de indiferencia. Magistral, amo de un lenguaje llameante, los comentarios martinianos versaban sobre asuntos de economía, lenguaje, libros, novedades y artes.

Aquel relatorio suyo sobre el sufrimiento de la clase proletaria, que desfallecía trabajando para satisfacer a los Estados Unidos, una República con culto desmedido a la riqueza, cuánto sentimiento, cuánta cólera chispeante despierta. Hizo, consciente de que la humanidad estaba por parir un tiempo de dignidad laboral, un seguimiento de los trágicos sucesos acontecidos en Chicago. Gritó la calamidad perpetrada contra los cuatro dirigentes obreros que fueron sentenciados a morir en la horca, sin pruebas, en un juicio que era una payasada. Los periodistas George Engel, Adolfo Fischer, Albert Parsons y Auguste Spies no supieron de justicia. El quinto condenado, Louis Lingg, un carpintero, se había autoeliminado en su celda. A partir de ese momento fueron conocidos como los «mártires de Chicago» y saludados como héroes de la clase trabajadora internacional durante muchos años.

A ti también te llegó la hora, José Martí, cuando fuiste a pelear por Cuba, por tu Cuba de palmas. Tenías cuarenta y dos años al caer combatiendo en la batalla de Dos Ríos, en 1895. Y no te vendiste a la prensa. Y tu nombre levanta e inspira a los valientes del periodismo y agria el humor de los periodistas cobardes.

Comentarios1

  • Lena

    Así fué José Martí, por eso se le llama Apóstol de la patria cubana, porque dedicó su vida a la lucha por la libertad de su patria.
    Además de periodista y escritor, supo escribir bellas poesías, que lo dieron a conocer tambien como poeta.
    Y sus pensamientos son un dechado de virtud y decoro.
    Gracias Delfina, ha sido muy amable y justa su presentación del libro del notable escritor paraguayo Luis María Martinez sobre nuestro patriota José Martí Pérez, Apóstol de la patria cubana...y me recuerda unos ayes cubanos que dicen:.."Martí no debió de morir...ay, de morir.."

    • Delfina Acosta

      GRACIAS POR TUS PALABRAS. PUES SÍ, FUE UN VALIENTE, UN GENIO, UN ADOLESCENTE MADURO QUE NO DUDÓ EN DAR LA VIDA POR UN IDEAL, UN PERIODISTA QUE HONRÓ AL PERIODISMO. PERO POR SOBRE TODAS LAS COSAS, FUE UN HOMBRE QUE HIZO SUYO EL SUFRIMIENTO DE LA CLASE OBRERA, DE LOS EXPLOTADOS.

      QUE TANGAS UN PRECIOSO DÍA, LENA.
      DELFINA ACOSTA



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