El escritor y poeta valenciano Rafael Soler se encuentra en un momento especial, yo diría exitoso, de su carrera literaria, que se ve sólidamente sostenida por su libro Las cartas que debía. El material literario fue editado por Ediciones Vitruvio (Colección Baños del Carmen).
Esas cartas son un legado, una tentativa de testamento y testimonio lacerante de un hombre que contempla el lado miserable de la existencia. Este hombre pareciera preguntarse en un momento dado si tanta pobreza, tanta injusticia social, tanta mezquindad de espíritu, tanta gente anciana conviviendo con las cucarachas en los asilos no son un malentendido, una broma de pésimo gusto.
Que la existencia es un mal trago, un absurdo que muestra sus lados obscenos, una angustia que nadie merece, parece decirnos Rafael Soler a través de sus versos que rumian y mastican una sola realidad: el dolor de vivir cuando el fango sube de nivel y el hedor del comportamiento humano supera la capacidad de resistencia.
La muerte es un tema recurrente en su poesía. Y también el amor, en el que Soler encuentra razones para reconciliarse, tal parece, con la ilusión, con el fuego que alimenta sus palabras.
Hay un desencanto hablando a través de sus múltiples líneas.
Y una mirada dirigida con una velocidad eterna a Dios.
Y un interrogante en torno al ser y la nada.
Los exitosos poemas de este ilustre poeta y escritor, uno de los más seguidos y celebrados en los años ochenta, son una “extraordinaria muestra de repaso vital, de ajuste de cuentas con el tiempo vivido y la conciencia, escrito siempre bajo la luz de la ironía”.
EL AMANTE SECRETO DE LAS BALAS
No pierdas la costumbre de perder
dejando que borre el viento cuanto queda
de inocente brillo en tu zapato hambriento
en tanto alfiler de luz a oscuras
no pierdas la costumbre
de ser el primero en las derrotas
que aguardan tu paso con un ramo
perder es la manera de alumbrar en soledad una certeza
perder a muerte plena
a seca cimitarra en busca de tu cuello
perder a pasa rojo todo
a falta negro tanto y casi nada
al número imposible y su caballo
al doce con sus perlas
perder con empeño a pierna suelta
perder cabal seguro amargo
perder hasta la vida con sus moscas.
RAFAEL SOLER
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