A dos tintas es el título del libro de la escritora y periodista bilingüe Susy Delgado. El material literario fue publicado por la editorial Arandurá y contó con el apoyo de Fondec.
Es cierto que esto de trajinar por el periodismo nos lleva a observar, a cuestionar, a tantear análisis y reflexiones en torno a varias realidades, para luego darles vida propia en el papel.
Una vez que el periódico sale a la calle, se medirán, sin lugar a dudas, el alcance, la eficacia y la dimensión de nuestra tarea de periodistas, en la atención del lector, destinatario absoluto de nuestra empresa cotidiana.
Captar su interés, motivar o avivar su curiosidad, sus ganas de leernos, de preferirnos, a pesar del amplio como surtido repertorio de notas, entrevistas y columnas de opinión que forman el cuerpo de un diario, es el permanente y apasionante desafío de quienes estamos dando golpecitos con los dedos a las teclas de una computadora.
En el material A dos tintas la autora deja a consideración de los lectores, sus crónicas, entrevistas y notas de carácter artístico y cultural aparecidas en los diarios Hoy, La Nación, Última Hora, así como en varias revistas locales.
Este texto es un legado importante de una escritora y periodista quien, en treinta años de labor, tomó la palabra para hacer conocer los sueños, las andanzas, las vivencias, y el muy particular modo de reflexionar ante el arte de escritores nacionales y extranjeros, intelectuales, poetas, investigadores y promotores culturales.
El principal soporte del libro lo constituyen la variada temática, y la fuerza de su estilo, muy tocado, ciertamente, por una suerte de nostalgia, de tristeza…
Sensible para el ánimo es la entrevista que le hiciera a Miguel Chase Sardi (La Nación, Suplemento Cultural, 5 de abril de 1998).
¿Por qué Miguel Chase Sardi? Pues, apreciados lectores, por su causa en favor de los indígenas asumida casi heroicamente, por su integridad, por su temple, que fue puesto a prueba de fuego durante los tiempos de la represión que sufrió el Paraguay bajo la sombra omnipotente del general Stroessner.
Y su historia de lucha ante las más adversas circunstancias constituye un puntal, una brújula, una señal de que el ser humano puede, siempre puede seguir avanzando, y enderezando caminos, si es posible, cuando toma la bandera de los oprimidos.
He aquí un párrafo de la entrevista que dejo a consideración del lector:
Gato sigue historiando los pasos de aquel proyecto, que es recordado como un hito en la defensa de los pueblos indígenas del Paraguay, con diversas anécdotas. «En un momento dado «�refiere»� , cuando las amables gestiones de Casado tuvieron eco en Viola, en la Argentina, este le llamó a Stroessner para recordarle algunos favores que le había hecho y reclamándole que se le estuviera dando tierras a los indígenas. Nos apresaron a mí, a Mauricio Schvartzman, a Victorio Suárez, a Rodríguez Campuzano, y a algunos indígenas. «�Cururú Piré»� me tenía engrillado y cada vez que entraba, me pegaba en la cabeza. Querían que dijéramos que éramos agentes dobles y que estábamos armando a los indígenas contra el Gobierno. Pero fue tanta la presión internacional que tuvieron que liberarnos. Intercedieron por nosotros desde Noam Chomsky, el famoso lingüista, hasta Kennedy y Kissinger?
Y qué decir de «José Luis Appleyard ya duerme entre los elegidos» (La Nación, 16 de febrero de 1998).
En esa nota (perteneciente al segmento Los adioses) vive una memorable despedida al maestro, al señor de la poesía del Paraguay.
Por demás jugosa y entretenida es la «conversación» mantenida por la autora con Pablito Rivarola, un niño, un inocentón de ojos negros que vende empanadas en la calle y pretende ser arquitecto en el futuro (Diario HOY, Dominical, 18 de marzo de 1990).
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