Diego Joel Martínez Ávila ha escrito un libro que tiene un título bastante sugerente: Momentos de ausencia. El texto lleva el sello de la editorial Servilibro y cuenta con prólogo de Carlos Martini.
Al entrar en el muy expresivo y genuino mundo de este autor, se percibe, entre otras aristas, una valiosa entrega humana en favor y cuidado del prójimo.
La literatura busca, entre otras formulaciones, posibilidades y formas de construcción de un lenguaje que toma como eje a la sociedad. Crear un lenguaje diferente, darle vida propia, instalarlo en la sicología y en el ánimo del lector, y hacerlo creíble hasta donde la imaginación, el oficio y el ingenio están capacitados, es un trabajo que lleva un arduo proceso. Y se resume en una labor digna de respeto.
No es tarea fácil, ni mucho menos, escribir bien.
Hay textos que ameritan una fogata.
Y hay textos que no solo sirven de compañía, conforme uno los va hojeando, sino que ayudan a entender algunas dudas con que la conciencia es sorprendida en esto de vivir en un mundo tan dispar, tan entreverado en sus propias luces y sombras.
En el texto que nos ofrece Diego Joel Martínez Ávila, encontramos en forma caudalosa aquellos sentimientos que mucho bien hacen al espíritu; me refiero a los sentimientos de amor a la madre y a las personas que viven en una situación límite, luchando por salir de la pobreza.
Están presentes los referentes morales que apuntalan el crecimiento interior del individuo, o sea, la tenacidad y la perseverancia, vencedoras naturales de los males y las frustraciones que se presentan, a veces, en la existencia.
Un cuento llamado “José Carlos”, y que obtuviera el primer lugar en el concurso literario de la Academia Olímpica del Comité Olímpico Paraguayo, enfatiza en el cuidado y el querer que profesa por su madre el protagonista. Las trabas propias de una noche muy lluviosa en la que José Carlos deseaba llegar a su casa porque necesitaba besar a su progenitora, muestran enfáticamente, una ternura y una entrega filial.
Hay que tener en cuenta que la vorágine de los tiempos que corren hace perder de vista a mucha gente la gravitación que posee en la formación de los valores humanos la familia.
El libro presenta dos partes: Una, dedicada a los poemas, que tienen más de diez años de compilación (según señala su autor) y que tienen una fuerte inspiración amorosa. En algunos se respira, a veces, un aire místico. Es buena la poesía llamada “La Resurrección”. La misma, formulada desde la fe incondicional en el Nazareno, lleva un mensaje de esperanza. Si hoy por hoy hay poemas de negación de la figura cristiana como para empapelar el mundo y la mente de los lectores, ¿por qué no celebrar unos versos que producen, en quienes profesan la fe cristiana, un momento de optimismo? Hay otros versos del autor en los que se siente un soplo saludable de patriotismo. También están presentes las ideas que aspiran a crear en el lector una conciencia de sabiduría.
NACISTE EN MI VIDA
Nació
una tarde
y vivió en mis recuerdos.
Nació
en las praderas de mi vida
y la regué de amor todos los días.
Nació
de mi silencio
y se volvió el eco de mis pasos.
Nació
de una rosa
y se quedó infinita
en mi alma
como una prosa.
Diego Joeal Martínez Ávila
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