Los dientes del tiempo

Ya se encuentra en circulación el libro Los dientes del tiempo, de Marcelino Schmeda Hernáez. El texto tiene dos apartados que cubren dos vetas artísticas: la lírica y el lenguaje social.

Los dientes del tiempo se divide, en efecto, en poemas y canciones. El libro fue publicado gracias al apoyo del Fondec y lleva el sello editorial de Servilibro.

Marcelo Hernáez, que así es su nombre artístico, despliega versos donde se combinan la estrategia del canto y la imaginación reverdeciente.

Cierto es que soy una persona que odia leer un texto sin comas, sin punto, sin direcciones ortográficas. Los poemas del vate están libres de signos gramaticales que facilitan la lectura. Porque sus versos, los amatorios y demás, me llamaron la atención; porque hallé eficacia y una creatividad superlativa en las líneas, me detuve, me armé de paciencia y averigüé, analicé y traté de ver la esencia poética de su lenguaje a través de una claridad ortográfica que yo misma tuve que desarrollar.

En muchas estrofas salta el contenido oloroso y perfumado de aquellas palabras suyas que tienen el fuego en las venas.

Muchas líneas son inclementes y bellas por la fuerza con que se deslizan sobre el papel. Creo que hasta la fecha no he leído yo unos versos tan afanosos y también tan iracundos como imaginativos. Por momentos, me parecía estar leyendo una obra de aquellos nuevos poetas norteamericanos que conforman una camada distinta.

Son versos de un poeta, los suyos. El lector se sorprenderá agradablemente recorriendo sus expresiones donde están presentes los elementos fieros y hermosos del arte de escribir.

Veamos los versos del poema:

PUBERTAD

Nunca en remembranza el sordo calendario
de los relojes de arena
ni un baldazo de agua fresca en el verano
Un tumulto de azucenas
una aldaba de jazmín sonando
como un puño de metal en mis oídos
Sábana de esparto y clavel
mi adolescencia inacabable

Nótese que las líneas son sonoras. Quien consigue sonoridad en sus versos, haciendo uso del ritmo interior, gran paso da en el universo complejo de la poesía.

Porque hay cantores, tantos cantores, ay, que desafinan, y nos hacen renegar de un libro.

El apartado dedicado a las canciones lleva su afán de redención del Paraguay. Late en las venas un grito fuerte, elemental; es el grito de quien pide justicia y pan y equidad social.

Estos poemas son de una pastura diferente a los otros, los del primer apartado; nos hacen saborear un estallido lírico, por momentos.

Tomar conciencia del drama social y traducirlo en canciones es cosa difícil.

Pero Marcelo Hernáez no se deja amedrentar.

BREVE RESEÑA DEL AUTOR: Marcelino Schmeda Hernáez- Marcelo Hernáez- nace en Asunción, Paraguay, el 3 – VI – 1956. 1974- Tarjeta poemario de José-Luis Appleyard, Así es mi Nochebuena. Expone en galerías de arte del país. En 1977, en el diario La Tribuna, en corrección y creando la página La Lechuza. Trabaja con Rudi Torga en el grupo T.E.L. Funda el Colectivo de Artistas Populares CONTRACANTO. Actúa en las obras Los físicos y El gran deschave, del teatro Arlequín. En La Manzana de la Rivera, en la obra Un dios durmió en casa. En la inauguración de la Secretaría Nacional de Cultura. En Homenajes a Teresa Parodi y Vicente Feliú con un tema propio para T. Parodi y en otros homenajes a Félix de Guarania, María Elena Sachero y Juana Marta Rodas, Carlos Federico Abente y Lotte Schulz, en la Cancillería Nacional.

Invocación

Canta como cantan las ranas
después de las lluvias
Que salten tus dedos
rocen
humedezcan con saliva
la textura impasible
de mis párpados locos
No eres un pedazo de brillo
ni un empujón de luces desde un vidrio
a mis ojos vivos
ni la minúscula esfera del rocío
ni la pálida imagen de mi misma forma
Eres diferente
El campo no quiso bordar en mí
la madera de tus uñas
la morena idea de tu piel nerviosa
ni el botón de fuego de tus manos lentas
Intentaremos juntos sudar
con la misma intensidad de estrella
y con la misma calma con que a ti te he amado
el sol
tejerá su duelo en mi piel desnuda
Ven
pedazo de yuyal y libro antiguo
Bésame
Porque puede ser que pronto
no te encuentre ya más
en los trozos de un espejo
que se ha roto de impaciencia.
Marcelo Hernáez

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