Un amigo poeta, en una carta, me recomendó que leyera a la poeta norteamericana Sharon Olds. Yo no la conocía, ni a ella ni a su poesía. Me recomendó el libro titulado El Padre. Normalmente cuando alguien que valoro me recomienda un libro lo tengo en cuenta, pero me entró verdadera obsesión con este libro, lo quería comprar en el momento, lo quería leer con muchas, muchísimas ganas. Después resultó que este libro se refería a la enfermedad y muerte del padre de la poeta. En esos meses ya pasados pero próximos, yo estaba pasando por un trance similar y que desembocó, también, en muerte. Así que no creo que fuera un azar.
Leí atentamente El Padre de esta autora y no soy capaz de elaborar un discurso racional sobre este libro, pues me afectó profundamente. Pero ésta fue la puerta, junto con Satán dice, que me permitió entrar en la obra de la gran poeta estadounidense.
Los muertos y los vivos es un libro dividido en dos partes fundamentales, como su título indica, una parte son los muertos y la otra los vivos. Dentro de los muertos, Sharon divide los públicos y los personales, y dentro de los vivos, la familia, los hombres y los niños.
La poeta cuida su lenguaje prosaico, y no duda en utilizar palabras duras y contundentes. Este libro habla, sin concesiones, en su primera parte, de la pena de muerte y el patíbulo, sobre la maternidad y la tortura, sobre la muerte por hambre, sobre el suicidio. Después, cuando habla sobre los muertos personales, nos habla de los abuelos y abuelas, fundamentalmente. En ella, la ternura y la rotundidad se aúnan, y vemos generaciones de mujeres pasar entre los versos.
Cuando Sharon Olds nos habla de los vivos, nos habla de las complicadas relaciones familiares que sufrió de niña y de adolescente, nos habla también de los hombres y de la sexualidad y, para terminar, nos habla de los niños, especialmente su hijo y su hija.
El poema que más me estremece de todos es uno de la primera parte, un poema que habla sobre las torturas en Chile, como describe la situación de una familia detenida y torturada, y cómo decide que hay cosas peores que la muerte.
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