La escritora Emilia Piris Galeano ha publicado un libro titulado Campanadas de mayo. El texto en cuestión pertenece a la colección Alfaguara Juvenil, y es un aporte a la celebración del Bicentenario patrio.
En realidad, es un valioso aporte a la historia, a través de una lectura dedicada al público juvenil (y también adulto) que tiene como protagonistas a las campanas de la Iglesia Catedral de Asunción.
Con una pluma ágil, plena de inspiración, la autora nos lleva a la celebración de la misa de Pascuas. Nos introduce en el seno de una familia tradicional de la capital del Paraguay, los Pérez Ayala. Una familia que guarda el decoro y las costumbres de una época en que estaba muy bien visto que las damas se dedicaran a coser y a bordar.
Pero ha de surgir en ese tiempo el temperamento altivo de una joven, Eugenia, que pregunta, entre otras cosas, a su madre, por qué en el Cabildo no están presentes las mujeres como responsables de la toma de decisiones.
Y ha de haber como aditivo especial para la lectura un enamoramiento, un romance de aquellos, entre la joven Catalina, de apenas catorce años, y un joven porteño, con todo el aplomo y el desenfado que caracteriza a la gente de Buenos Aires.
El intercambio de miradas, la apuesta que hace el mozo porteño de conquistar a la joven Catalina, enciende un espíritu de conspiración entre los hermanos, quienes se ven mezclados en una conspiración para derrocar, o al menos acabar, con los planes de aquel advenedizo.
Es así como las historias de amor y de aquel tiempo de insurrección se entrelazan.
Los espíritus osados de los héroes de la gesta de mayo, se apoderan, pareciera, de los ánimos de los jóvenes que buscan salvar a Catalina de un destino indeseado.
Y aquí es donde interviene toda la agilidad de la autora para describir los hechos, pues a medida que se va acercando el tiempo elegido por los libertadores para alzarse contra Velasco, el gobernador español, también se acerca la hora de Catalina, y de Eugenia, la emancipadora, la rebelde, quien ha de tener un protagonismo crucial en ese entrevero de campanadas.
El paralelismo entre la historia de los jóvenes, y la otra historia, la de los próceres, avanza casi siempre al compás del toque de las campanas de la iglesia de la Catedral.
Esta es una novela que se lee con gusto, pues está trazada con agilidad y también con matices poéticos. A propósito, no faltan en las reuniones de los jóvenes, las recitaciones de sonetos de Quevedo y Garcilaso de la Vega, quienes aluden en sus inspiraciones al paso del tiempo y los engranajes del amor.
Un detalle importante son las características de las clases de estudio impartidas en aquellos tiempos, que revelan el estado de curiosidad por el que se asomaban las interrogaciones en torno a las chances de que el poder, la dirigencia del Paraguay, pasara a manos de los criollos, de los jefes militares criollos.
Y los detalles jocosos en torno a las campanas que suenan y crean un estado de confusión, pues confunden en determinado momento, al padre Vicente Morales.
A menudo he pensado, regida, creo yo, por el sentido común, que una novela para jóvenes es más que necesaria en nuestro país. Y ni que decir si la novela tiene ribetes históricos, pues siempre está prendida la esperanza de que los jóvenes de nuestros tiempos aprendan del coraje y del valor de esos mozos, quienes, osadamente, se alzaron en la noche del 14 de Mayo de 1811 contra la monarquía, y nos dieron una patria libre en la madrugada del 15 de Mayo.
El fulgor de la juventud, la sana rebeldía, el amor fraternal, la conciencia y la moral como artífices de una causa noble son los cimientos sobre los cuales la autora levanta esta obra que inspirará a los lectores juveniles y hará pasar un buen rato, con seguridad, a los lectores adultos.
No se debe perder la conciencia de la patria.
No se debe dejar caer al suelo, como un botón, la dignidad y la honra de ser paraguayos.
Así nos los hace recordar Emilia Piris Galeano.
El nacimiento de Campanadas de mayo, según Emilia Piris Galeano:
Como creo que habrán sentido todos los paraguayos, a medida que se acercaba el año de conmemoración del Bicentenario de la Independencia patria, tenía enormes deseos de realizar algo especial, para vivirlo intensamente. Había conversado con algunos escritores sobre la posibilidad de publicar un libro colectivo de cuentos inspirados en el gran acontecimiento histórico que fue el movimiento revolucionario de 1811. Por lo que sea, tal proyecto no pudo ser. Sin embargo, quedó palpitando en mí esa idea. Desde 2010 venía releyendo Historia Paraguaya de los libros de mi biblioteca y compré otros -a propósito, muchos e importantes volúmenes se publicaron y reeditaron: ¡qué maravilla!-.
Entre tantos y tan buenos materiales de historia releídos, en algún momento del año pasado, una pequeña chispa se encendió. Con el correr de los meses, pude finalmente aislar la idea y estudiarla: se trataba de las campanadas de la noche del 14 de Mayo de 1811. Esas campanadas me «repicaban» en la mente y alrededor de esos toques de campanas me imaginé lo que creí que sería un cuento, pero fue creciendo hasta convertirse en novela.
Cuando busqué la forma de darla a conocer, tuve la buena suerte de encontrar apoyo, y, como los protagonistas son unos adolescentes asuncenos, Alfaguara propuso que fuera para la colección juvenil.
Me siento feliz de que la novela ya tenga forma de libro; es una parte del sueño realizado: Campanadas de mayo y el Bicentenario ya están unidos en mi corazón por lo que me resta de vida.
Ahora, espero que se produzca el contacto mágico entre mi nueva obra y los lectores, que es cuando realmente se completará. Digo esto porque estoy convencida de que -aunque la novela no se centra en los hechos del 14 y 15 de Mayo de 1811- quienes se acerquen a Campanadas de mayo no pueden finalizar su lectura sin respirar el aire de aquellos días en Paraguay.
Como experiencia, puedo decir que todo el tiempo que estuve «afincada» en la Asunción de 1811 fue un lapso muy emocionante, al punto de que sentí una dulce melancolía cuando tuve que salir nuevamente al mundo. Fue cuando escribí la palabra «fin» y resolví compartir la historia. Ojalá que esta narración tenga la aceptación de quienes suelen encontrar en la lectura un momento placentero. De ese modo, podremos unirnos y rendir el deseado homenaje a la patria y a los Próceres de Mayo.
BREVE RESEÑA DE LA AUTORA
Graduada en Periodismo y también en Letras por la Universidad Nacional de Asunción. Egresada de la Escuela Municipal de Locución Radial y Televisiva. Se desempeña como correctora del diario ABC Color. Desde 2001 comenzó a publicar cuentos: hasta 2003, en forma colectiva (en libros del Taller de Cuentos dirigido por Renée Ferrer en el Centro Cultural Juan de Salazar); en 2004, en coautoría con Marisol Palacios Cuentos a dos voces; en el 2007, La casa de Satán, 13 relatos; en el 2008, «Pasiones impresas», cuento con el que obtuvo el Premio «Elena Ammatuna» de Cuentos Cortos; y en el 2010, con Chester Swann y José Pérez Reyes, como coautores, Nueve cuento nuevos», con el sello Alfaguara.
Canto secular de Eloy Fariña Núñez
(Fragmentos)
¡Asunción, la muy noble y muy ilustre,
la ciudad comunera de las Indias,
madre de la segunda Buenos Aires
y cuna de la libertad de América!
Prolongación americana un tiempo
de las villas forales de Castillas,
en las que floreció la democracia
de que se enorgullece nuestro siglo.
En pleno absolutismo de Fernandos,
en tus calles librose la primera
batalla por la libertad; el grande
y trunco movimiento comunero
te tuvo por teatro; el verbo libre
de Mompo anticipó la voz vibrante
del cálido Moreno; el sol de Mayo
salió por Antequera.
¡Arrodillaos, opresores todos!
¡Compatriotas, entonad el himno!
Paulo majora canamus. Loado
el régimen social presente sea,
con sus simples costumbres coloniales
y con su patriarcal fisonomía;
mas no se cristalice eternamente
en los moldes actuales, y obedezca
a la ley del progreso indefinido,
y marche en armonía con el tiempo.
Como parte integrante del planeta,
como integrante atmósfera del siglo,
florezcan en el suelo comunero
los más altos ideales de la especie.
El territorio todo sea un vasto
laboratorio de invisibles vidas,
de valores mentales y sociales
de una futura humanidad más noble.
Resplandezca el espíritu latino
en los florecimientos de cultura.
Pase de mano en mano, inextinguible,
la simbólica antorcha de los griegos.
Reposen sobre bases siempre sólidas,
el bien, la honestidad, la fe, el decoro,
la amistad, la virtud, el sacrificio,
y la continuidad de la familia,
y la solemnidad del juramento,
y la moralidad de las acciones.
Los hombres sean buenos ciudadanos
y observadores fieles de las leyes;
los magistrados, rectos y celosos;
las mujeres, honestas y fecundas,
y los jóvenes, sobrios, fuertes, sanos
como lo fueron nuestros genitores.
Debes estar registrad@ para poder comentar. Inicia sesión o Regístrate.