Vengo leyendo un poemario que el escritor y poeta español Rafael Soler me ha hecho llegar.
Su poesía es original como las uvas, como el escorpión, como el meteorito.
Aquel decir suyo tiene las fuerzas de un verdadero libro. Y digo que tiene las fuerzas de un libro verdadero, porque sus palabras no se agotan, sino más bien crecen y se tornan profundas en el corazón del lector.
Lástima grande que de vez en cuando los versos pierdan la real orientación por la que debe regirse -siempre- una obra de arte. Ocurre tal circunstancia con los poetas de hoy. Ellos no cierran el círculo diagnosticado. No completan la idea. Y el trino se parte en dos mitades, entonces.
Lo lírico, intensamente vivido, y que tiene un color (casi) de historia humana particular, se entrelaza audazmente con sus impresiones sobre el mundo y sus engañosas formas.
Se nota que la poesía le sale fácil. Y esto habla de su condición natural para exaltar el Verbo.
Puedo sentir que la palabra forma parte de su cotidianidad, como ocurre con los poetas consagrados. Esto significa, en otros términos, que el oficio es la segunda naturaleza del autor de Maneras de volver. Es que está tan palpitante, tan llena de luz y de lágrimas la poesía en su destino, en su compromiso con el amor, en su rendición de cuentas, en su inventario.
El sentimiento amoroso, de brotes a veces inesperados, corre por las venas de sus poemas, contándonos, hablándonos del amor, en todas sus formas, en todas sus ascensiones y en todas sus desesperanzas.
Y es en el verso amoroso donde el decir poético de Rafael Soler se vuelve universal.
Pareciera que el inventario poético de este poeta valenciano tiene muchas cosas en común con cuanto tuvo que decir Pablo Neruda, por ejemplo. O el melancólico Antonio Machado, tan trágico y sentimental él, entre un remolino de hojas amarillas. Es que estos vates echaron sus cartas amorosas al viento, para que sus seguidores, sus muchos lectores reconocieran y tomaran como suyos el carozo del amor de las mujeres.
Toda la intimidad, todo el canto están revelados en sus poemas.
Hay unidad en sus textos. Y eso es muy importante, ciertamente.
Aquel poeta que no logra la unidad debe seguir trabajando, buscando el hilo aglutinante.
Y también, por empecinada, se siente en su obra la elocuencia de quien sabe que sus palabras no serán vencidas por el polvo.
Es una voz fácilmente identificable la del autor de Maneras de volver, porque escribe desde la gran aspiración humana de dar cabida a toda la poesía del mundo en su corazón.
Desde el lugar menos previsto, Rafael Soler nos sale al paso con sus versos de carácter universalista.
El optimismo y la celebración de la vida son parte del universo poético del autor.
BREVE RESEÑA POÉTICA
Rafael Soler (Valencia, 1947), Ingeniero y sociólogo, trabaja como profesor en la Universidad Politécnica de Madrid.
Se dio a conocer como poeta en febrero de 1979 en el ciclo “Poetas Nuevos”, organizado por el Aula de Poesía del Ateneo de Madrid. En diciembre de ese año quedó finalista del premio Adonais con el libro Los sitios interiores (sonata urgente), que ganaría en 1981 el accésit del V Premio Nacional Juan Ramón Jiménez, patrocinado por el Ministerio de Cultura.
En abril de 2009, publica en Ediciones Vitruvio Maneras de volver, que fue presentada en el Club de Prensa de Madrid por el editor Pablo Méndez y el poeta José Elgarresta.
Como narrador, publica su primera novela El grito en 1979, tras ganar la Primera Bienal Ámbito Literario. En noviembre de 1981 gana el Premio Cáceres de novela corta con El corazón del lobo, que sería presentada al año siguiente en la Biblioteca Nacional con motivo de la Feria del Libro por el novelista Ramón Hernández, y por los profesores Francisco Yndurain y Ricardo Senabre. En 1983, publica El sueño de Torba, en Novela Cátedra, editorial que también publicó en 1985 Barranco, y que presentó en Madrid el escritor y poeta José María Merino.
Cuentos de ahora mismo es una colección de relatos que resultó premiada en 1980 por el Ateneo de la Laguna en 1980, y otra colección titulada El mirador obtuvo en 1981 el primer accésit del premio Emilio Hurtado, y fue publicada por Bruguera bajo el título Narraciones Fantásticas.
Entre mis sábanas de piedra no te espero
Hubiera preferido un final con manteles desplegados
Fellini por ejemplo y un río haciendo de frontera
por pedir y poco pido
que un golpe de viento me derribara un hombro
y caer al fin honestamente al encuentro de la tierra feraz
entero el labio y haciendo las hormigas comisura
un fin como se ve
de los que bien merecen
una historia contada al salir entre murmullos
el cuello del abrigo levantado las butacas tibias
cada pie al encuentro de su lunes
y John Fitzgerald Kennedy
la voz de Marilyn en blanco y negro
Rafael Soler
Silencio
No es mi cielo este cielo gris
con amenazas en la entraña.
Yo quiero un cielo límpido,
mirada que ilumina,
la frente despejada.
No quiero este silencio concentrado,
turbio, estallante, sin horario.
Quiero la faz que se abre lentamente
como un botón de rosa
en la mañana.
Quiero el amigo al lado,
sin dobleces.
Quiero el árbol de sombra
y el susurro del viento.
Quiero sentir la voz que me asegura
la presencia del alma.
Quiero estarme contigo,
acariciar la pausa entre la voz y el tiempo,
y quiero la penumbra y la sonrisa y el tranquilo fluir
para guardar silencio.
y sentir que eres tú, en el hondón,
quien reza todavía, lento y puro
el canto de la fuente inacabable.
Yo quiero este silencio misterioso
con el habla delgada de la voz del amigo.
Quiero
detener en las pausas
la rosa sin espinas
y la estrella que pasa.
Padre César Alonso de las Heras
RAFAEL SOLER AGRADECE CUALQUIER COMENTARIO: [email protected]
Comentarios2
Bellisimo poema de un gran poeta , sus palabras nos lleva como una luz por tierra del ver esa tranquilad y paz que tanto necesitamos para conseguir amar mas. Me encanto
un saludo
Lucía: Me alegra que el poema haya despertado en ti hermosos sentimientos.
Un abrazo.
Delfina
¿Qué pasó contigo, Gitanita?
Me honraste al acudir al acto de presentación de mi libro.
Espero que te encuentres bien.
Un abrazo.
Delfina Acosta
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