Paraguay en imágenes

diosa-patriaJavier Yubi ha publicado un libro de dimensiones titánicas. El material pertenece a su colección de fotografías de épocas pasadas de nuestra historia. En coincidencia con las celebraciones del Bicentenario del Paraguay, su Álbum fotográfico siglos XIX y XX entra en el escenario de los múltiples homenajes que los paraguayos rendimos a los héroes de nuestra patria, aquellos que nos liberaron del yugo español en la noche del 14 y la madrugada del 15 de Mayo de 1811.

El texto ha sido publicado por la editorial Servilibro.

Y el texto recoge páginas con fotos, retratos y fotopostales de nuestra historia, siempre diversa y trazada por un destino de gloria y de sangre.

Un capítulo muy importante, pues hace a la esencia del Bicentenario patrio, es el referente al trajín nocturno del movimiento independentista liderado por el capitán Pedro Juan Caballero. Sin embargo, habría de ser Vicente Ignacio Iturbe quien llevara las palabras de intimación al gobernador Bernardo de Velasco, quien no accedió a entregar los armamentos de los cuarteles y las llaves del Cabildo, en un último gesto de resistencia. En vista de la negativa, los próceres desplazaron ocho cañones ante la casa del gobernador: podemos imaginar y sentirlo en nuestros corazones, pues representan el rito sagrado que habría de cumplirse necesariamente para que el Paraguay fuera libre.

Después de esto, apareció nuevamente en escena Ignacio Iturbe, imponiendo un plazo breve para que Velasco se rindiera. ¿Qué pensamientos habrán cruzado por la mente del gobernador Velasco, agobiado, consciente de que el movimiento independista ganaría la partida? Pues bien. Hizo lo que la historia conoce como la opción entre la rendición y la pelea hasta morir, salvando la dignidad y el honor con la sangre. Entregó el poder. La moneda estaba echada. Una salva de 21 cañonazos fue la señal de victoria sobre la monarquía. El pueblo había triunfado.

Estoy comentando un capítulo de nuestra historia que se enseña en los colegios y en las escuelas, pero que es necesario repetirlo, a manera de salva, para que los extranjeros conozcan cómo empezó nuestro país el camino hacia su libertad.

La reproducción del cuadro Juramento a la independencia, obra del pintor italiano Guillermo Da Re, tiene un no sé qué de misterio y de emoción para nuestros espíritus, pues bajo la luz enorme de una lámpara, se observa a un héroe con la mano levantada jurando por la patria, ante los expectantes caballeros de esa celebración de honor.

Hay retratos de los ilustres, de aquellos próceres. Mauricio José Troche, Fulgencio Yegros. Vicente Ignacio Iturbe, Pedro Juan Caballero, Antonio Tomás Yegros y José Gaspar Rodríguez de Francia, con sus rostros serios, sus miradas que oscilan entre el orgullo y el dominio de carácter, fueron «retratados» con base en la imaginería y a las versiones orales e históricas acumuladas en cien años, por el pintor Pablo Alborno. El trago amargo de la vida acompañó al artista, al romántico que diera vida a los próceres, pues para cubrir los gastos de ediciones de las tarjetas postales tuvo que hipotecar su casa, que lastimosamente la perdió.

Es pues, según mi parecer, Pablo Alborno, un héroe de nuestra patria, devorado injustamente por el olvido.

Voy a dar un salto de páginas para ubicarme ahora en las fotos que rinden culto a distintos pueblos del Paraguay. Puede verse una foto de la iglesia de Villeta, y algunas mujeres, las naranjeras, trasladando sobre sus cabezas las mercancías que serían llevadas después por los barcos al extranjero.

La típica carreta paraguaya aparece arribando hacia la estación del tren de Paraguarí, con el fondo sobresaliente del cerro Santo Tomás. Esa foto tiene el valor que se le da a las imágenes de un tiempo detenido en el lento paso de la carreta, que parece seguir andando, andando todavía…

Las mujeres del mercado de Villarrica (puede observarse a una joven de rostro lozano, fumando plácidamente) sentadas sobre el suelo, son inspiración para los ojos. Y así…

El panorama del edificio del Hotel del Lago, construido en 1888, tomado por José Fresen, refleja un tiempo de esplendor y de opulencia.

Y aquellas preciosas tomas fotográficas de los niños, cándidos en su fe cristiana, después de celebrar su primera comunión, tienen una dulzura aparte. Como pequeñas novias, puede observarse a las niñas, con sus galas, su ramito de flores en las manos, su manto, y un sentimiento que pareciera querer trasmitir solemnidad, si no santidad.

Las imágenes que muestran a las gentes vestidas con disfraces valen oro, por la riqueza de la fantasía de un tiempo ido y festivo que se acumula en las muestras. Hay una, en especial, que es de mi agrado. En ella se puede observar a tres mujeres, una, adolescente, con un pañuelo de gitana, otra, la del medio, con una suerte de caperuza, y otra, sonriente, con un vestido que derrocha imaginación en lo que atañe a las flores decorativas, y creatividad en el diseño del traje. Ellas son Lidia e Hilda Nessi, junto a Rosa Coletti, disfrazadas de aldeanas, durante el carnaval del Primer Centenario de la Independencia del Paraguay. Una foto que tiene lustre y fama es aquella que muestra el paso del general José Félix Estigarribia, el héroe máximo de la Guerra del Chaco. El paso apresurado de la gente, siguiéndolo por la veredas, se detienen en la imagen. La legación alemana exhibe una bandera nazi frente al portón principal.

Cuántos sentimientos, cuánta patria, cuánto tiempo (hermoso y triste a la vez) detenido en imágenes hay en este álbum de Javier Yubi.

Ojalá valoremos en su justa dimensión este trabajo que rescata nuestro pasado, pues el Paraguay, en imágenes, está en él.

El autor agradece cualquier cometario:[email protected]



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