Teoría del sueño y la locura es el nombre de la antología poética del poeta Jorge Gómez Rodas. El libro fue publicado por Criterio Ediciones. En estos versos escritos entre 1981 y 2012, el autor establece, tal parece, un orden y un juicio sobre su entorno. Versos decidores de una verdad desgarradora, los suyos, que se levantan contra esta suerte de indiferencia pautada por una sociedad mezquina y fría.
Sus poemas van a veces por los caminos del surrealismo. Hay algo de subversión en su obra, subversión íntima ante Dios y los hombres.
También existe un tema reincidente en esta antología. Me refiero al amor. El amor que se va por un largo camino de olvido, en una confusión de despedidas, y el amor que se aguarda todavía, sin perder las esperanzas, la ilusión.
La nostalgia marca un tono profundo en sus hermosos poemas. Así por ejemplo escribe: Desde que te fuiste/ no es bueno beber/ ni es bueno visitar «el bar de la nostalgia»/ Desde que te fuiste/ respiro hondo en los nogales/ y es fresco volver a sentir/ la brisa mansa en los jardines/.
La tristeza también ocupa un lugar en la cosecha poética de este poeta nacido en Asunción del Paraguay y cofundador del Taller de Poesía «Manuel Ortiz Guerrero».
No se puede probar fortuna, desde luego, con versos alegres. Todo cuanto recoge la historia de la literatura en relación con la materia poética está marcado por sentimientos de tristeza, dolor, desesperanza y desencanto.
Su observación en torno a la existencia es llamativa como dolorosa y nos hace pensar en los caminos de la vida. Así reflexiona Gómez Rodas: Las manos azules del tiempo/ le dicen al hombre que no hay regreso./ No hay caricias, / ni la puntual apetencia de oscuras redenciones. / No hay dioses, ni cruces,/ solo el febril intento de raíces amargas, / hondas vasijas sumidas al tiento de cuerpos llameantes.
A Jorge le gusta desafiar a la vida, a la misma poesía y a los filósofos.
Recordará el lector la gran frase de Descartes: «Pienso, luego existo». «Cogito ergo sum». Pues bien, nuestro autor, con cierta ironía, tira por la borda tal razonamiento y empieza a elaborar pensamientos que crucifican la misma razón en un poema que lleva por título «Existo, luego no pienso». Y a continuación dispara estos versos cargados de filo y de fuego: Después de aquella línea/ fuimos hijos oscuros/ De una ciudad/ Sin aliento./ Extraños muros crecieron/ Descolgándose de nuestros ojos/ Sin pausa.
OSCURO DÍA CARNAL
La ardua complacencia de lo oscuro
mancha todos los cristales.
Atiza el rumbo embriagador de mis días
la inocencia del caldero colmado de serpientes.
Lo esencial de la luciérnaga que me deja
ver el camino no es la luz,
sino el latido transparente de un cansancio
sin promesas.
No me puedo mover por el tangencial
límite de la sangre
sin un fariseo adosado a mis talones
ahogando una refriega de sombras y cadenas.
Al levantar la carne de las hijas de mis desvelos
ejércitos y poblaciones lamen mis vestiduras
con emblemas de corazones.
Jorge Gómez Rodas
Fuente: ABC Color
Comentarios1
Leyendo el poema se entiende perfectamente el artículo, de veras que es oscuro. Es increible. Pero así me llega a mí.
Hay autores para todos los gustos, y todos son diferentes, éste parece tener una forma muy oscura, tal cual dice el artículo.
Delfina que bien sabes decir las cosas.
Así es, Isabel. Hay autores para todos los gustos. Gracias por tu comentario donde se percibe tu gran lucidez.
Te mando un cálido abrazo, amiga, y te deseo un día lleno de paz y salud !!!
Delfina Acosta
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