Este es el punto de partida de «Solterona» de Kate Bolick (Malpaso); un libro que nos acerca a la visión de la soledad como espacio de fertilidad no sólo para la escritura sino también para la independencia, la emancipación y el liderazgo de la propia vida de la mujer. Bolick traza una búsqueda que se apoya en cinco mujeres alucinantes a las que llama «mis despertadoras» y que son quienes a través de sus escritos y de sus vidas la van guiando en el camino a descubrir su propia fuerza y a apoderarse de su rol de mujer que escribe en un mundo todavía de hombres.
«Solterona», aunque me pese, no es sin embargo un libro contra el matrimonio y la maternidad sino más bien una lectura de lo que se puede conseguir si miramos dentro de nosotras y somos capaces de entender que nuestro destino siempre puede estar al alcance de nuestra mano. Sin duda la vida resulta más difícil para una mujer soltera que va a contracorriente de las convenciones, no obstante, existen momentos de luz y de intimidad que vuelven válido ese esfuerzo. Lo importante, casadas o no, dice Bolick, es entender que tenemos la capacidad y el deber de escoger nuestro camino.
El yo posible al acecho
Supe que no quería ser madre cuando a la mía le diagnosticaron cáncer. Tenía yo once años. Cuando comencé a leer «Solterona» no pude despegarme de la lectura; de una forma voraz me iba adentrando en los silencios normalizados de la literatura en torno al espacio de las mujeres e iba descubriéndome en las palabras de Bolick, mientras notaba asombrada impresionantes parecidos entre su historia y la mía. Si como dice Bolick (cosa en la que siempre he creído, por cierto) realmente los libros te encuentran y no ocurre al revés, «Solterona» ha venido a mí en el momento adecuado. Descubrir esta lectura me ha dado fuerzas y me ha demostrado que mis pocas certezas respecto a la vida y a la identidad femenina en este loco mundo, van encaminadas.
Uno de los puntos más interesantes del libro es su armazón: se construye con la historia de cinco mujeres fuertes y auténticas. Edna Millay (la poeta), Maeve Brennan (la narradora), Neith Boyce (la columnista), Edith Wharton (la novelista) y Charlotte Perkins Gilman (la socióloga) otorgan a estas páginas una fuerza vital y sirven de ejemplo para que Bolick camine-reflexione-entienda de qué leña está hecha la soledad y para qué puede servirle. Y, si bien no todas estas mujeres renunciaron al matrimonio, cada una de ellas supo encontrar-darse el espacio que necesitaba en el mundo. Y todas supieron, en definitiva, sentirse antes mujeres que esposas y madres, y abrazaron la soltería como un estado para consolidarse como escritoras.
Mientras que para algunas mujeres decidir que no quieren casarse ni ser madres parece algo absolutamente complejo y difícil, en mí fue una visión que me liberó y me ayudó a comprender que no estaba destinada a convertirme en mi madre. De niña habría escogido la vida de mi padre o la de cualquiera de mis hermanos. Algo absolutamente predecible habiendo nacido en una familia tradicional y patriarcal donde el destino de las mujeres parecía tan tibio mientras que el de los hombres estaba lleno de oportunidades y aventuras. Un deseo, de todas formas, difícil de poner en práctica: tan sólo un yo posible. Tardaría mucho en pasar al plan de acción. Dice Bolick que todas necesitamos en algún momento resolver esas preguntas acerca del matrimonio y la maternidad para figurarnos cómo será nuestro futuro; no obstante, una vez tenemos la respuesta dictada por el deseo hay que planificar. Éste que es el momento más decisivo del proceso también es el más delicado puesto que exige construirse desde lo desconocido.
«Solterona» nos ofrece, en ese sentido, una respuesta a tantas inquietudes que conviven con nosotras desde pequeñas ¿por qué ellos sí? ¿por qué nosotras no? y nos invita no sólo a entrar en contacto con nuestros deseos sino también a perseguirlos; porque anhelar no es un plan de acción, pero para planificar el futuro tenemos que encontrar esa curiosidad, esa necesidad, que habita en nosotras y que nos vuelve auténticas REALMENTE.
Pienso que ésta es una lectura imprescindible en esta época de cambios rotundos, en la que las mujeres comenzamos a tener más poder pero aún no sabemos de qué forma utilizarlo; un tiempo en el que descubrimos que «poner a nuestro nombre un alquiler» no indica que realmente estemos siendo libres y persiguiendo nuestros sueños, que la vida adulta exige un poco más de nosotras.
Hay un yo posible que vive en nosotras; de todas esas vidas que desearíamos tener y que no nos pertenecen. Pero de ensoñaciones no se vive y habitando en la posibilidad no se construyen historias, sólo se ralentiza nuestra presencia en la realidad, en el mundo.
El miedo a no ser amadas
Uno de los puntos más interesantes del libro gira en torno a las posibilidades que tenemos las mujeres de emanciparnos, no ya de nuestras familias biológicas y de nuestros esposos, sino de la idea de ser madres y esposas, de la idea que la sociedad tiene sobre lo que significa ser mujer. Para trabajar esta problemática Bolick plantea el hecho de que según las estadísticas uno de los miedos más comunes en las mujeres estadounidenses es el de convertirse en vagabundas: temen morir en la pobreza. Este temor se encuentra arraigado a nuestra esencia y prevalece incluso en las mujeres que optan por el matrimonio. Culturalmente parece relacionado con la idea de vulnerabilidad que se nos inculca desde pequeñas, de indefensión frente al mundo. Al mirar la vida de las cinco despertadoras, sin embargo, no encontramos ese desamparo; lo cual nos lleva a reflexionar que ese miedo también está dictado por la tradición: nos quedamos solas porque no nos aman. Podríamos entonces entender la urgencia por el matrimonio como una forma de huir del lastre que engloba la idea de la soltería-solterona.
Casarse o quedarnos sola no resuelve ese miedo a la pobreza, en todo caso plantea nuevos interrogantes. Sumarse a la inmensa mayoría, que sería seguir las normas impuestas por una sociedad que todavía vincula el rol de la mujer con el matrimonio y la maternidad, sin duda puede traer ventajas y felicidad en algunos casos, pero puede exigir un sacrificio doloroso que no todas estamos dispuestas a hacer. La verdadera pregunta es ¿por qué? y a partir de ella podremos llegar al cómo, cuándo, con quién. En este punto, Bolick se detiene en la importancia de construir sociedades más igualitarias, con oportunidades y posibilidades para las mujeres; un trabajo para el que mujeres como las despertadoras son imprescindibles.
Sin duda deshacernos de la herencia y de las imposiciones sociales es el primer paso para responder a la pregunta acerca del casamiento y, a continuación, comprender que una vida sin pareja no tiene por qué ser triste o anodina, si somos capaces de descubrir nuestra propia fuerza y construirnos a nosotras mismas: levantar nuestros cimientos al margen de lo que se espera de cada una como mujer. Construir un edificio sólido que nos permita enfrentar el día a día con la elegancia y la seguridad de Edna, Neith, Edith, Maeve y Charlotte, de eso de trata.
Las lecturas que nos acompañan-definen
Supe que no iba a casarme cuando a mi madre le detectaron cáncer. Después vendría un doloroso proceso de médicos, hospitales y ausencias que se quedaría grabado en mi memoria como un posible futuro para mi vida y que me ayudó a reafirmar la idea de la soltería. Ese futuro se convirtió en un espacio al que no deseaba acercarme y contra el que tenía que luchar contra viento y marea. Bolick detalla su propia relación con el cáncer de su madre, y me obliga a recordar mis propios miedos y mis propias pulsiones. Maeve Brennan escribe en «Las fuentes del afecto» sobre la forma en la que el pasado nos condiciona y nos convierte en las personas adultas que somos; una formación-edificación que se puede atisbar a través de las lecturas que nos atraen en la primera infancia.
Maeve estaba fascinada con «La sirenita» de Andersen; a Neith le ocurría lo mismo con «Barbazul». La obra favorita de Bolick es «La isla de los delfines azules» de Scott O’Dell. Sin duda indagar en esas lecturas nos permite entender el tipo de solterona y de mujer que cada una fue-es. En este punto encontré otra conexión con Bolick: ¡también yo he habitado con devoción el universo de Scott y he jugado a ser una joven náufraga en una isla desierta!
Ahora bien. No hay que leer «Solterona» como la biografía de esas mujeres sino más bien como una búsqueda interior personal y colectiva. Bolick plantea en este libro la importancia de observar lo que otras mujeres han sido capaces de hacer con sus vidas como un incentivo para ponernos en marcha cada una y entre todas. Si bien todas estas mujeres pueden tener algo para enseñarnos, las únicas con la llave (a modo de druida o maga) somos nosotras. Y en la búsqueda de nuestro yo posible nos encontraremos con el nosotras posible en una misión ineludible. Y haciendo de esos yoes posibles nuestro objetivo-caminante seremos capaces de renunciar a aquello que no deseamos y tomar el camino hacia nuestra realización personal-social.
Estoy siendo demasiado subjetiva; lo sé. Sentirme cerca de Bolick ha sido una de las mejores cosas-lecturas que me ha pasado en el último año y por eso mi forma de recomendarla es tan entusiasta. Lo cierto es que venía desgastada por algunas lecturas donde maternidad y heterosexualidad parecían incuestionables y al zambullirme en «Solterona» he sentido como un fogonazo de ilusión frente a las posibilidades de la literatura. Ha sido como atravesar un vórtice y descubrir (o redescubrir) del otro lado, a un grupo de mujeres nomadres fascinantes, que me han tendido la mano con firmeza. ¿Cómo no reseñar un libro así desde el asombro y la pasión lectora?
Y termino con la frase de Mary Oliver que Kate ha escogido para cerrar el libro y que nos devuelve al inicio de la lectura y de la vida.
¡Lean «Solterona» como quien se atreve a pronunciarse contra todo mandato!
SOLTERONA
Autora: Kate Bolick
Trad.: Silvia Moreno
Editorial: Malpaso
978-84-16420-71-1
340 páginas
Papel: 22 €
Digital: 7,99 €
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