Concepción Arenal, una mujer que cambió la historia del pensamiento en España.
Madrid, mediados del siglo XIX. En las aulas de la Universidad Central, un joven de aspecto serio y un poco retraída toma apuntes. Intenta pasar desapercibido, que no descubran su secreto. Se llama Concepción Arenal y ha desafiado todas las normas de su tiempo; ante la imposibilidad de estudiar una carrera universitaria por el hecho de ser mujer, decidió vestirse de hombre para que no pudieran negarle el acceso al derecho de educarse. Pero hay algo que ella tampoco sabe: se convertirá en una de las primeras feministas de España y su trabajo literario y jurídico marcará un antes y un después en su historia y en la historia de muchísimas mujeres. En el artículo de hoy de Rutas contestatarias, te hablamos de esta fascinante mujer.
Una mujer libre en un mundo dominado por hombres
En una España marcada por el conservadurismo del siglo XIX, llegó al mundo en Ferrol el 29 de enero de 1820 Concepción Arenal, quien romperá todas las reglas impuestas a su género. Desde joven, Arenal mostró un espíritu indomable y una pasión por el conocimiento que la llevó a mover las fronteras de lo permitido un poco más. Ante la prohibición de que las mujeres accedieran a la universidad, decidió vestirse de hombre para estudiar Derecho en la Universidad Central de Madrid, convirtiéndose en una de las primeras mujeres en recibir formación jurídica en el país. Su osadía no sólo la llevó a formarse intelectualmente, sino que también la convirtió en un símbolo de resistencia ante las limitaciones impuestas a las mujeres.
Más allá de su hazaña universitaria, Arenal dedicó su vida a la lucha por la justicia social. Defendió la educación como herramienta de transformación y abogó por los derechos de los presos, los pobres y las mujeres, escribiendo ensayos fundamentales como La mujer del porvenir y El visitador del preso. Su labor como visitadora de cárceles en Madrid le permitió conocer de primera mano las condiciones inhumanas del sistema penitenciario, lo que la llevó a proponer reformas basadas en la rehabilitación en lugar del castigo. Su famosa frase «Abrid escuelas y se cerrarán cárceles» resume de forma contundente su ideal, que continúa teniendo la fuerza y la relevancia que ella le irrigara. Estaba convencida de que la mejor forma de erradicar la miseria y la delincuencia es dando más posibilidades de desarrollo intelectual y artístico, ampliando las fronteras de la educación.
Aunque se convirtió en una referencia en el pensamiento social y feminista, Concepción Arenal rechazaba las etiquetas que la limitaban a un sólo movimiento. Decía que no buscaba emprender una lucha contra los hombres, sino que su objetivo era el reconocimiento de la capacidad intelectual y moral de las mujeres en igualdad de condiciones. En un mundo que intentó encasillarla, ella luchó por convertirse en una mujer libre, y desde esa libertad intentó crear un cambio para propiciar la libertad de otras personas. Todo aquello por lo que luchó, los valores que defendió, siguen siendo fundamentales de la lucha de nuestro tiempo: la educación, la justicia y la libertad accesibles para todos y todas. El único camino posible para conseguir una sociedad equitativa.

Concepción Arenal luchó por la educación y la libertad
«Abrid escuelas y se cerrarán cárceles»
Hablar del pensamiento de Concepción Arenal nos obliga a mencionar el gran valor que defendió con todo su lenguaje: la libertad. Concebía la educación como la herramienta más poderosa para transformar la sociedad. En una época en la que la pobreza y la delincuencia eran castigadas con dureza, ella defendía que la verdadera solución no estaba en las prisiones, sino en la prevención a través del conocimiento. Para Arenal, la ignorancia era el mayor obstáculo para el progreso, y la única manera de luchar contra ella era creando una sociedad instruida, puesto que sería realmente justa. Su frase “Abrid escuelas y se cerrarán cárceles” sintetiza esta idea: si se garantizaba el acceso a la educación y a oportunidades dignas, disminuirían el crimen y la desigualdad.
Su pensamiento iba más allá de la teoría y se reflejaba en su labor como visitadora de cárceles en Madrid. Allí fue testigo de la brutalidad del sistema penitenciario. Su reacción ante ese trato brutal fue intentar reformar el sistema, dotándolo de un enfoque más humano; sus estudios jurídicos le sirvieron para organizar un cambio significativo, centrado en la rehabilitación en lugar del castigo. Para ella, lo que separaba a los presos de las personas que gozaban de su libertad eran las oportunidades que cada uno había tenido. Si a una persona se le niegan todas las oportunidades de formarse y tener una vida próspera será mucho más propensa en ser manipulada para obrar de forma contraria al bien común. Para cambiar esto Concepción Arenal propuso mejoras en las condiciones carcelarias y promovió la educación como una forma de reinserción. No le resultó fácil, puesto que sus ideas tenían muchos detractores, personas que defendían la represión como única solución.
Su idea de abrir escuelas y promover la educación también fue expansivo a la situación de las mujeres. Ella, que tuvo que estudiar haciéndose pasar por un hombre, vivió en carne propia la desigualdad y decidió poner al servicio de la sociedad sus conocimientos, para conseguir un cambio. Arenal creía en la caridad como un deber moral, pero insistía en que la verdadera justicia consistía en garantizar la igualdad de oportunidades. Su pensamiento influyó en movimientos posteriores y sigue vigente en debates sobre el acceso a la educación, la justicia social y la reinserción de los presos. Arenal entendió antes que muchos que un país que educa a su pueblo no necesita reprimirlo, y su pensamiento es más necesario que nunca para conversar sobre algunos aspectos de nuestra realidad que necesitan ser transformados. En este viaje a través de su vida, esperamos haberte dado buenas razones para interesarte por su vida y su obra.

Blanca Portillo en «Concepción Arenal, la visitadora de cárceles» (2012)
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