Adjetivos posesivos

Como ya hemos mencionado tiempo atrás en Poemas del Alma, los adjetivos son términos que acompañan al sustantivo para determinarlo o calificarlo, es decir, para dar a conocer propiedades o características del sustantivo, tanto concretas («flores rojas»), como abstractas («flores bellas»).

Según sean sus funciones, los adjetivos reciben diversas denominaciones, entre las que se pueden mencionar, por ejemplo, a los calificativos (aquellos que resaltan cualidades del sustantivo y que suelen dar respuesta al interrogante «¿Cómo es?»), a los determinativos o determinantes, que, por lo general, preceden al sustantivo y se caracterizan por su función de actualizar, presentar, cuantificar o preguntar por el sustantivo núcleo del sintagma nominal, y a los posesivos. Estos últimos son adjetivos que pueden ir antes o después del sustantivo y, tal como su nombre lo indica, sirven para indicar pertenencia.

Mi, Tu, Su, Nuestro y Vuestro son aquellos adjetivos posesivos que preceden al sustantivo, mientras que los términos Mío, Tuyo, Suyo, Nuestro y Vuestro son los que se colocan detrás. En el primer caso, el término concuerda en número con el sustantivo, mientras que la primera y segunda persona del plural (nosotros, vosotros) coincide también en género. Por su parte, aquellos adjetivos que se ubican detrás, concuerdan en número y género con el sustantivo y, si existiera un determinante, el sustantivo lo conserva.

«Mi pantalón no queda bien en tu cuerpo», «Mi teléfono no funciona», «No me gustan tus bromas», «Su padre falleció», «Sus mascotas son inquietas», «Nuestra familia es muy unida», «Nuestras joyas desaparecieron», «Vuestra intención es muy valorada», «Vuestros hijos son inteligentes», «Clara es amiga mía», «¡Dios mío, qué desastre!», «Era un familiar tuyo», «Es un error nuestro» y «Son problemas suyos» son algunas de las oraciones o expresiones que sirven de ejemplo para comprender el uso y la función de los adjetivos posesivos.