Después de estas semanas en las que nos hemos distanciado de las series estables en nuestra web para dedicarle tiempo a la Feria del Libro de Málaga y a la Feria del Libro de Madrid, retornamos con los textos sobre mejoras para escribir-hablar bien, comunicarnos.
Airbag y airbags, aceptadas en español
Comenzamos con un término que nos conviene conocer si estamos a punto de viajar en coche; nunca se sabe. Se trata de airbag, que hasta hace no mucho debía escribirse entre comillas o en letra cursiva como todos aquellos términos de origen extranjero.
A partir de la vigesimosegunda edición del diccionario de nuestra lengua, publicada en el año 2001, esta palabra deberá escribirse en redonda; es decir, sin hacer ningún tipo de marca en la grafía para denotar que no pertenece a nuestro idioma. En lo que respecta a su pronunciación, tratándose de una palabra aguda el acento debe estar puesto en la última sílaba (airbág).
Airbag es una palabra de origen anglosajón que sirve para referirse a una bolsa de aire que traen incorporado la mayoría de los automóviles y que, en caso de un accidente grave, se activa para proteger el cuerpo de los viajantes del impacto. En su voz original podría traducirse como bolsa de aire por lo que en español también se acepta esta denominación, así como también colchón de aire.
Cabe agregar también que el plural de este término es airbags y también debe escribirse en redonda. Y estemos atentos porque muchos medios de comunicación obvian la «s» final. Es importante señalar que aquellas palabras que terminan en consonantes diferentes a -n, -l, -r, -d, -j y -z componen su plural agregando «s». Otros ejemplos similares son webs y cómics. En lo que respecta a la pronunciación del plural, se mantiene su acentuación aguda (airbágs).
Incorrecto: «Honda ha sido el fabricante más afectado por el fallo en los airbag».
Correcto: «Honda ha sido el fabricante más afectado por el fallo en los airbags».
Matices en el término evidencia
Pasemos ahora a un término cuyo significado difiere un poco del uso que del hacemos. En los últimos años, debido a la gran influencia del inglés en nuestro lenguaje cotidiano tendemos a utilizar ciertas palabras en su calco anglosajón aunque en nuestro idioma significan cosas diferentes. Ya hablamos sobre ello en otros artículos de esta serie. En esta oportunidad nos detenemos en el significado de «evidencia».
En el diccionario de la lengua española se reunen dos posibles significados para esta palabra; estos son: 1) ‘certeza clara y manifiesta de la que no se puede dudar’ 2) ‘prueba determinante en un proceso’. Siguiendo estos significados podemos decir que la evidencia no siempre es una prueba como lo recoge el primero de estos significados; porque uno puede estar convencido de algo sin tener pruebas que reafirmen esta idea. En relación al segundo diremos que cuando una evidencia es una prueba, no hay dudas de ello y es absolutamente concluyente.
Ahora bien, en los últimos años se utiliza esta palabra como sinónimo de pruebas en cualquier oración sin importar si es o no una solución concluyente. Es importante, sin embargo, que revisemos nuestro lenguaje e intentemos utilizar esta palabra sólo en los casos correctos. Es conveniente, por tanto, evitar el empleo de evidencia como sinónimo de prueba; pudiendo utilizar en su lugar otros términos tales como justificación o demostración.
Incorrecto: «Las evidencias no son concluyentes, pero los padres parecen elegir escuelas privadas pensando que son más ordenadas».
Correcto: «Las pruebas no son concluyentes, pero los padres parecen elegir escuelas privadas pensando que son más ordenadas».
Conceptos relacionados con monopolio
Todos sabemos en esta era lo que es monopolio; y cada vez encontramos nuevas palabras relacionadas con este concepto. En este caso vamos a detenernos en un adjetivo muy utilizado en esta época «monopólico«, ¿es correcto? ¿y qué hay del otro adjetivo, «monopolístico«? A continuación les comparto lo que he hallado en la página del español urgente al respecto de ambos.
El término «monopólico», según el Diccionario Académico sirve para referirse a algo que monopoliza o es monopolizador. Es una voz presente sobre todo en algunos países latinoamericanos, tales como Argentina, Bolivia, Ecuador, Chile y Perú.
En lo que respecta al otro adjetivo, «monopolístico», sirve para referirse a aquello que es relativo a los monopolios; puede aplicarse, por ejemplo, a ciertas prácticas económicas: prácticas monopolistas.
Por último, el sustantivo «monopolista» sirve para referirse a una persona o empresa que ejerce el monopolio.
Y hasta aquí llegamos. Espero que estos consejos les sirvan y no se olviden de visitar nuestra sección sobre Taller Literario donde podrán hallar un montón de otros artículos relacionados con la forma en la que utilizamos nuestro lenguaje.
Comentarios1
Se echaba de menos. Estudiados 😉
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