El lenguaje radiofónico

Como su nombre lo indica, el lenguaje radiofónico es aquel se utiliza en la radio. Por las limitaciones que impone el medio, se trata de un lenguaje unidireccional (se transmite del emisor al oyente) y se basa sólo en el sonido (palabras, música, efectos sonoros, etc.).

Además de los sonidos, que se combinan en diferentes planos (por ejemplo, la voz y la música según la intención de la interpretación y del texto), el silencio juega un papel preponderante en el lenguaje radiofónico. Esa ausencia de sonido permite valorar lo emitido antes y después, por lo que se utiliza para potenciar la expresividad.

El silencio puede ser objetivo (la ausencia de música, voz y ruido, sin más connotaciones) o subjetivo (utilizado con una intencionalidad ambiental o dramática). También puede clasificarse como narrativo (cuenta acciones en el tiempo), descriptivo (expresa sentimientos), rítmico (apoya el ritmo de la acción) o reflexivo (para ayudar a valorar un mensaje), por ejemplo. Por supuesto, el silencio también puede aparecer como una simple pausa o por error.

La voz, como el vehículo principal para la transmisión de información, debe ser inteligible y clara. A su vez, los distintos matices y tonos en la voz del lenguaje radiofónico permiten comunicar los sentimientos y sensaciones del hablante.

Como el mensaje radiofónico es lineal (no puede volverse atrás), el emisor no debe exagerar con la cantidad de datos aportados en cada período, mientras que tiene que repetir los conceptos principales la cantidad de veces necesaria para que el oyente pueda interpretarlos y retenerlos.

En conclusión, el lenguaje radiofónico se basa en la combinación de la palabra escrita (que le permite construir su mensaje), la música, los efectos sonoros y el silencio. Su estilo se caracteriza por ser reiterativo, con oraciones breves y palabras concretas, el uso de la voz activa y el presente del indicativo.