El lenguaje televisivo

Gracias a su extensa presencia en millones de hogares, la televisión está considerada como el principal medio de comunicación de masas. La tele cuenta con un enorme potencial para la difusión de conocimientos e información, aunque su función más habitual suele ser la de entretenimiento.

El lenguaje televisivo está constituido por la combinación de imagen y sonido. En ese sentido, puede ser comparado con el lenguaje presente en ciertos sitios de Internet que aprovechan las condiciones multimedia del medio, aunque la Web se destaca además por su interactividad.

Sus características específicas permiten que el lenguaje televisivo sea lingüístico (posee un valor semántico), icónico (abunda en signos e imágenes) y sonoro (emite información audible).

Según varios especialistas, el lenguaje de televisión presenta una cierta pobreza léxica por la unificación y uniformización que realiza del idioma, eliminando los rasgos locales.

Por lo general, el lenguaje televisivo es lineal, en el sentido que sólo se puede volver sobre él si el espectador ha grabado el programa o si el mismo está siendo repetido. Por lo tanto, este lenguaje comparte ciertas características con el radiofónico, al emplear frases sencillas y un léxico común, utilizar repeticiones, cuidar el tono y usar el presente como tiempo verbal predominante.

Los mensajes televisivos tienden a apelar a la emoción del espectador en lugar de la razón, para lograr captar y mantener la atención. Por otra parte, la convergencia de imagen y sonido genera que los espectadores tengan que estar pendientes del componente visual, con lo que se produce una mayor pasividad hacia el resto de los elementos.

Cabe destacar que muchos de los recursos del lenguaje televisivo proceden del cine, como el encuadre, las secuencias y la sucesión de los planos. Por lo tanto, puede decirse que el lenguaje televisivo alcanza su especificidad a partir de la inclusión de técnicas de otros lenguajes, como el radiofónico, el cinematográfico e incluso el escrito.