El texto informativo

El texto informativo intenta transmitir la realidad de forma objetiva. Se trata de un discurso a través del cual el emisor busca dar a conocer algún hecho, situación o circunstancia.

Este tipo de texto se caracteriza por utilizar el lenguaje denotativo, que admite un único significado, ya que la objetividad es la premisa de su narración y la divulgación de la información, su objetivo principal.

Por eso, el texto informativo no emplea expresiones afectivas o emociones, ni persigue un fin estético con su mensaje (a diferencia de los textos literarios). En lugar de la forma, se centra en el contenido, el cual es presentado con coherencia y cohesión para que pueda ser correctamente interpretado por el lector.

La estructura del texto informativo suele incluir una introducción breve, un desarrollo bastante extenso y una conclusión con una extensión similar a la introducción. En todas estas etapas, predomina la función referencial del lenguaje.

Dentro de la mencionada estructura, el autor puede alternar entre párrafos expositivos (donde se expone la información sin ningún recurso adicional; es decir, sólo presenta el hecho que se desea transmitir), descriptivos (amplía la información, para lo cual sigue un cierto orden lógico, que puede ser cronológico o de lo general a lo particular, por ejemplo) y de comparación o contrataste (se comparan dos hechos o personas, para que el lector pueda apreciar sus semejanzas y diferencias).

Para informar con claridad, el texto informativo siempre debe ser preciso, sin metáforas ni ningún otro recurso lingüístico que pudiera generar una interpretación errónea. Por otra parte, es importante que el mensaje sea correcto desde el punto de vista ortográfico y sintáctico, para que la información aparezca impecable ante los ojos del lector.

El texto informativo aparece en distintos géneros, en especial en el ambiente periodístico, como en reportajes, artículos, investigaciones especiales y noticias de distintas temáticas.