La comunicación que se produce a través de indicios y signos, y que carece de estructura sintáctica, es conocida como comunicación no verbal. Este tipo de comunicación no puede ser analizada a partir de las secuencias de constituyentes jerárquicos.
No debe confundirse entre la comunicación no verbal y la comunicación oral, ya que existen formas de comunicación verbal (con estructura lingüística o sintáctica) que no son orales, como la comunicación escrita y las lenguas de señas. De igual forma, puede mencionarse a la comunicación no verbal que puede ser producida oralmente, como los gruñidos.
Dicen los especialistas que la comunicación no verbal surge antes de la evolución del lenguaje propiamente dicho. Incluso los animales también muestran tipos de comunicación no verbal, aunque a partir de sus conductas instintivas. En el caso de los humanos, la comunicación no verbal suele ser paralingüística y acompaña a la información verbal.
La comunicación corporal, por ejemplo, es más importante de lo que suele creerse. El cuerpo muchas veces permite decir aquello que el discurso no puede comunicar por sí solo. El éxito en la comunicación depende del funcionamiento correcto de todos los componentes del sistema.
En ocasiones, las señas, los gestos y las miradas pueden transmitir significados incluso sin que el emisor y el receptor se pongan de acuerdo. Por lo tanto, la interpretación de las señales depende en gran parte del contexto lingüístico. De todas formas, los códigos más complejos sólo pueden ser interpretados según reglas sintagmáticas y paradigmáticas.
Por último, cabe destacar que la paralingüística es la disciplina que estudia los elementos que acompañan a las emisiones lingüísticas y que constituyen las señales y los indicios que contextualizan información propiamente lingüística.
Entre los principales elementos paralinguísticos, se encuentran el volumen de la voz, la velocidad de emisión de los enunciados y las variantes de entonación.
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