Las lenguas románicas

Las lenguas románicas, también conocidas como romances o neolatinas, forman una rama indoeuropea de lenguas que se encuentran estrechamente vinculadas entre sí y que surgieron como una evolución del latín vulgar.

La historia señala que, entre los años 200 y 400 A.C., existían diversas formas de latín vulgar. Entre el 500 y el 600, estas formas comenzaron a diferenciarse entre sí. Recién a partir del año 800 A.C. se registra la existencia de las lenguas románicas.

Entre las principales características de estas lenguas, se destaca un alineamiento morfosintáctico de tipo nominativo-acusativo, un orden básico Sujeto Objeto Verbo (SOV), la existencia de preposiciones, la aparición de los determinantes antes de los sustantivos y la presencia de un sistema de flexión verbal con distintas formas e irregularidades.

Respecto a este último punto, hay que tener en cuenta que, en las lenguas románicas, el verbo incluye las categorías de persona, número, tiempo y modo gramatical.

Por otra parte, estas lenguas cuentan con, al menos, dos posibilidades para el género gramatical (masculino o femenino) y dos posibilidades para el número gramatical (singular o plural). A su vez, esta situación implica la existencia de concordancias gramaticales de género entre el sustantivo y el adjetivo, y entre el número del sujeto y el número expresado en el verbo.

Entre las principales lenguas románicas, se encuentran el español o castellano (la lengua romance más hablada), el portugués, el italiano y el francés.

Por numerosos factores sociolingüísticos, el latín vulgar fue dando lugar a variedades lingüísticas según cada región geográfica, que más adelante se convirtieron en lenguas diferentes. Muchas de ellas, incluso, presentan escasa inteligibilidad mutua.

Veamos un ejemplo publicado en Wikipedia donde pueden compararse las similitudes y diferencias entre lenguas románicas: