Oración simple

Tal como hemos mencionado en otra oportunidad, según la cantidad de núcleos verbales que posea, una oración puede ser clasificada como simple (si el núcleo es uno solo), compleja (si existe un núcleo verbal principal y, por lo menos, otro subordinado) o compuesta (si hay más de un núcleo verbal principal).

Hoy vamos a hacer referencia a la oración simple, aquella que tiene como particularidad la existencia de un solo predicado. Como su nombre lo indica, su estructura es la más sencilla de todas las que pueden enumerarse ya que no forma parte de ninguna unidad gramatical mayor. Gracias a esa condición, las oraciones simples no sólo son las más utilizadas durante la infancia sino que son también las primeras que se emplean en el proceso de aprendizaje de una lengua, más allá de ser la propia o un segundo idioma.

«Sebastián vendió su auto», «Julieta aprobó el exámen», «Natalia trabaja en París» y «Pablo tiene una bicicleta» son sólo algunos de los ejemplos que pueden citarse en relación a este tipo de oración que puede ser clasificada según su sentido y la naturaleza de su predicado.

De acuerdo al significado que tenga la oración simple, ésta puede ser aseverativa o enunciativa (por tener el fin de dar a conocer un concepto, ya sea de modo afirmativo como negativo), interrogativa (esa que formula una pregunta), imperativa (aquella que incluye algún tipo de mandato), desiderativa (la que expresa un deseo o aspiración) o dubitativa (aquella que incluye una posibilidad o un hecho incierto).

Por otra parte, según el predicado que tenga, una oración simple puede, a su vez, ser atributiva o predicativa. En este último caso, además, la estructura puede dividirse en predicativa activa si es el sujeto el que realiza o participa de la acción (categoría dentro de la cual se incluye a las transitivas, intransitivas, reflexivas y recíprocas) o en predicativa pasiva, en los casos en los que el sujeto es quien recibe o soporta las consecuencias de la acción. A su vez, éstas pueden ser propias o impropias.