En Poemas del Alma ya hemos hecho referencia a una gran variedad de oraciones, tales como las unimembres, las bimembres, las exclamativas, las simples, las compuestas, las interrogativas, las adversativas, las enunciativas y las copulativas pero, de todas formas, la temática aún continúa vigente porque la clasificación de las oraciones no se limita a las ya mencionadas.
Dentro del tipo de oraciones que restan abordar se encuentran, entre otras, las imperativas, un grupo donde el sujeto no aparece escrito o mencionado y que se utiliza con el objetivo de dar órdenes o establecer prohibiciones.
Aquellos lectores que estén informados acerca de cada uno de los tópicos ya publicados, seguramente podrán establecer con rapidez una cierta relación entre esta clase de oraciones y los ya desarrollados enunciados exhortativos o imperativos, aquellos que el hablante emplea para aconsejar, pedir, rogar o dictaminar. En este sentido, no hay que ser un experto en la materia para poder comprobar que, pese a estar mencionados de forma diferente, ambos asuntos refieren a una misma cuestión, ya que una oración, en definitiva, es una de las dos posibilidades contempladas dentro de esa unidad mínima de comunicación llamada enunciado.
«No pisar el césped», «No estacionar», «¡Respete las señales de tránsito!», «Haga silencio», «Termina tu tarea», «No molestes al perro mientras está comiendo», «No circular sin casco», «Llámame apenas llegues», «Se prohíbe fumar en este recinto», «Ordena tu escritorio», «Cierra la ventana» y «Prohibido ingresar con animales» son sólo algunos de los numerosos ejemplos existentes en materia de oraciones imperativas.
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