Aunque cada vez que escribimos nos valemos de ellas, las oraciones no siempre son analizadas según sus características. Por eso resulta interesante que, de vez en cuando, dejemos de lado el contenido de ellas para estudiar su estructura y, así, profundizar nuestros conocimientos acerca de esta herramienta fundamental a la hora de escribir.
Ya tuvimos oportunidad de conocer las características de la oración simple y de la compuesta. Hoy es el turno de hacer referencia a las unimembres.
Esta clase de oraciones, también definida como predicado directo, tiene la particularidad de estar formada por una o pocas palabras donde el verbo no existe o es impersonal, razón por la cual su análisis no se puede dividir en sujeto-predicado. Sólo sirven para satisfacer las necesidades comunicativas y cumplir con las fórmulas de cortesía, tales como el saludo y la despedida, entre otras.
Las oraciones unimembres pueden estar formadas por interjecciones (las cuales pueden dividirse en propias e impropias), ser frases admirativas (grupos de palabras estereotipadas que, por lo general se presentan bajo la forma de «¡Qué + adjetivo!»), vocativas (aquellas que se utilizan para captar la atención de otra persona, tales como «¡Hey!» o «¡Tú!»), fórmulas estereotipadas o condensaciones (grupo en el que se ubican preguntas como «¿Qué?» o «¿Quién?», respuestas como «No» o «Sí», deseos como «Buena suerte» o «Felicitaciones», órdenes como «¡Silencio!», o exclamaciones, tales como «¡Bien!» o «¡Alto!»).
«Buenos días», «Hola», «Llueve a cántaros», «Nevó mucho», «Adiós», «¡Qué calor!», «Por favor», «¡Fuego!», «¡Socorro!», «Muchas gracias», «Hasta luego», «¡Dios mío!», y «¡Qué hermoso!» son algunas de las expresiones que se enmarcan dentro de esta clasificación de oraciones donde no es posible distinguir un sujeto y un predicado.
Comentarios1
Muy interesante el tema de las oraciones, que es usado a diario por todos y tan desconocido por la mayoría de los hablantes.
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