La puerta de su casa nos invita a pasar.
La virtud y las manos son formas de Breogan.
La elemental cocina y el banco familiar
nos muestran el secreto de la cordialidad.
En ella hay siempre tiempo para estar y pensar.
Y una taza de caldo y un pedazo de pan.
Pilar nos comunica su alegría al contar
las cosas de la feria o el recuerdo del mar.
Nos acompaña el dulce, la galleta, la sal.
Y el rápido susurro, ardiente, de su andar.
(Desde el patio yo evoco a mi madre al sonar.
Es límpido el silencio de la voz al callar).
Aquí no existen libros ni cuadros que mirar.
Solo la sabia vida que discurre. No mas.
Por la tarde la Virgen tiene forma de hogar.
Con su sagrada sombra es vulgar la Piedad.
Yo quiero que mi verso así sea al cantar.
Profundo y transparente como su voz, Pilar.
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Rafael.
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